Columna de César Barros: Tremendo acuerdo

Comisión de Hacienda del Senado


Y, finalmente, el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) aprobó la reforma previsional. Cierto que con algunos “caveats” según ellos solucionables, y que el ministro Marcel diligentemente procuró solucionarlos ASAP. Quedan aún aristas por el camino, pero por fin parece que un problema urgente se podrá dejar atrás, al menos por un tiempo.

¿Cuáles son los grandes éxitos de este inédito acuerdo? El primero, el “contrafactual”, es decir, el desastre fiscal que podría ocurrir si no se hace nada, o si esperamos a que todos los economistas de ultraderecha, más los K und K, se pongan de acuerdo, podríamos tardar un siglo. Esto es como poner de acuerdo a aprendices de cirujanos, no se ponen de acuerdo al 100% para operar una apendicitis, y se termina en una peritonitis, que en este caso podría ser un déficit fiscal insuperable. Es el único momento en que hay algún grado de acuerdo, por las razones más extrañas, y que no se va a repetir en el futuro, con unas izquierda y derecha muy divididas.

Y se salvaron las AFP, que estuvieron a punto de sufrir una muerte súbita en septiembre del 2022. Ahora no solo viven: tendrán un 6% de mayor flujo a través del tiempo. Ojalá no se sigan quejando, porque si solo le temen a competir entre ellas, y con instituciones que van a partir de cero, hablaría mal de su adhesión a los principios del mercado.

La gobernanza del fondo que se va a crear con el 1,5% del préstamo, más otros aportes, es fundamental, pero no basta con que los miembros de su directorio sean elegidos por el sistema de Alta Dirección Pública, de tan irregular trayectoria: hay que subirle el pelo. Mal que mal podrían llegar a administrar fondos de un monto equivalente a un porcentaje no menor del PIB. Exministros de Hacienda, exdirectores del Banco Central, exdecanos de facultades de Economía prestigiosos, deberían ser la vara, y no elegidos “en duplas” que se prestan para el “uno mío y otro tuyo” que tan mal hace a las instituciones. Lo mismo con el ISP, el FEES, y toda la nueva institucionalidad. A su vez, las Cajas de Compensación como actores del nuevo sistema son una mala idea porque no hay responsables finales de su éxito o desastre

Y aquí, como ocurrió con el Banco Central, la gobernanza lo es todo, porque su prestigio lo es todo. Un gobierno corporativo responsable, apenas pueda, debería ir prepagando su deuda, y no dejar fondos libres para “manotazos” futuros. Esto vale para todos los nuevos y viejos estamentos previsionales.

Y los llorones de siempre seguirán asegurando que la izquierda empujará “ad aeternum” más influencia fiscal. Seguramente así será siempre, pero el no hacer cambios ahora no lo arregla, lo empeora. Esto también es una cuestión de realismo político, y no solo de economía teórica.

Respecto a la informalidad laboral, su remedio camina por otras rutas, sino bajemos incluso el 10% actual. Hay que subsidiar la formalidad, cosa que nadie ha propuesto, y que hasta ahora solo continúan sus obstáculos, de los cuales el ahorro previsional no es el importante, sino las inflexibilidades al despido y las diversas leyes que tanto protegen a los ya empleados, y que son un obstáculo insalvable para quienes no lo son: el típico caso en que los cuidados del sacristán, mataron al señor cura.

Y “last but not least”: ¡el 6% va completito a las cuentas individuales! Y quien lo niegue miente.

Por César Barros, economista

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