Columna de César Barros: Una alegría espuria
Entre los parlamentarios de derecha y algunos empresarios se vio alegría y relajo luego de la derrota del ministro Marcel en la Cámara de Diputados. La verdad es que la derrota fue “por chiripa”, gracias al desmadre del ministro Ávila. Pero las declaraciones posteriores a la votación de ciertos políticos de oposición (e importantes voceros empresariales) son lamentables, rudas y soberbias.
No hay razón alguna para alegrarse por negarse siquiera a discutir una reforma tributaria, que a todas luces es necesaria. Llevaban meses negociando, y el texto inicial no tenía por qué ser el texto final: siempre hay un texto inicial, que después se puede ir transformando y acordando. Darle un portazo sin más a un gobierno que no es fuerte, es un error. Es simplemente arrinconarlo sin mayor causa, y los gobiernos arrinconados suelen reaccionar mal; para qué decir el amenazarlo con que las reformas previsional y de salud seguirán la misma senda.
La impresión que queda es la de una oposición a ultranza -como la que tuvo Sebastián Piñera- que se atrinchera para demostrar algo que tampoco representa a una mayoría de chilenos. Y aquí -salvo las propuestas del exministro Briones- solo se escuchan generalidades como “fomentar la inversión” y meter cuco con que volarían las inversiones hacia climas más favorables, y otras afirmaciones sin respaldo real.
Y el Presidente Boric, más encima (después de una rabieta explicable), les tiende una mano para volver a conversar. Y sería una locura que el Senado no acoja la oportunidad de sentarse con Marcel a destrabar el asunto, dando así muestras de que no es una oposición ciega, que se niega a cualquier cambio. Tal como ocurrió con la Constitución, esta derrota debe ser una oportunidad para retomar el diálogo y llegar a un buen acuerdo, que no tiene que dejar contentos al 100%, pero que sea un verdadero avance, en un sistema tributario que sí requiere transformaciones, tal como ocurre con las pensiones y con la salud.
Este Presidente ha demostrado en la práctica -independientemente de su pasado- que es dialogante, que es democrático y que sabe escuchar. Es cierto que sus huestes no lo han sabido acompañar, que son díscolas e inexpertas. Pero la gracia de Boric son “sus volteretas”. ¿Se imaginan cómo sería la cosa si fuera inflexible e irrevocable como el PC y otros asociados del FA? Está subiendo en las encuestas, en primer lugar, porque ha logrado convencer a la gente que no le deben tener miedo. Que incluso a pesar de muchas de sus anteriores convicciones, toma siempre el camino práctico: militares en el norte y en el sur, firma del TPP11 e independencia total en el nuevo proceso constitucional en marcha.
Negarle la sal y el agua, como han amenazado algunos políticos de oposición, solo ayuda a una mayor polarización, a empeorar el futuro, y al desprestigio de la política, que sigue cuesta abajo en la rodada. La oposición debe plantear propuestas concretas, que den soluciones prácticas y factibles a los temas que más preocupan a los ciudadanos, y no dejar la lamentable impresión de que nada tiene que cambiar.
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