Columna de Claudio Sapelli: Formación de capital humano y asignación aleatoria de alumnos a colegios

Sistema de Admisión Escolar. Foto archivo.
Formación de capital humano y asignación aleatoria de alumnos a colegios.


Se ha dicho que el gran problema del Sistema de Admisión Escolar (SAE) es la escasez de buenos colegios: hay un porcentaje muy chico de buenos colegios y todos quieren entrar a ellos. Por lo cual, de acuerdo con el sistema, la entrada a ellos se produce en forma aleatoria (comúnmente llamada “lotería”). Sin embargo, corresponde cuestionarse si este es el sistema que maximiza la formación de capital humano para el país y que por lo tanto más contribuye al crecimiento.

Para responder esa pregunta, necesitamos saber cómo es el proceso de formación de capital humano, cómo interactúan las características del alumno y las del colegio en dicho proceso. Hay dos opciones “extremas” posibles que discutiremos para ilustrar el tema.

Por un lado, puede ser que un colegio de buena calidad le adicione a cualquier alumno, cualesquiera sean sus antecedentes, la misma cantidad de unidades de capital humano.

Por el otro, puede ser que alumnos con mayor capital humano previo (“mejores” alumnos), aprovechen mejor los buenos colegios. O sea, que haya una potenciación en el proceso de capital humano, en el que un buen alumno y un buen colegio se potencian entre sí, de manera que no sería cierto que un colegio agrega el mismo capital humano a todos los potenciales alumnos, sino que la cantidad de capital humano que se crea depende de las características del alumno.

Respecto de la pregunta de si cualquier asignación de alumnos genera el mismo capital humano total, la respuesta implícita en el actual diseño del SAE es que sí.

Sin embargo, si la respuesta es que no, si hay pareos que producen más capital humano que otros, entonces, sería solo por casualidad que estos pareos resultaran de la actual asignación aleatoria.

Si el pareo que genera mayor stock de capital humano es, por ejemplo, la asignación del mejor alumno con el mejor colegio (y así sucesivamente) entonces si hacemos asignación aleatoria, el nivel esperado de capital humano es sustancialmente más bajo que el máximo posible. O sea, por razones de eficiencia la asignación aleatoria no sería la mejor.

Hay dos temas adicionales relevantes para la política pública. En primer lugar, si el sistema está creando personas con formación de punta o no. Como se necesita capital humano de punta para la innovación y para la dinámica creativa del sector productivo, es importante si lo tenemos, o no. El actual diseño del SAE hace menos probable la generación de personas con alto capital humano.

Hay, adicionalmente, un tema distributivo: la asignación aleatoria conseguiría niveles más parecidos de capital humano entre los alumnos, pero ellos serán más bajos. Si nuestro objetivo es redistributivo, la forma de resolver este problema no es impedir la asignación que maximiza el capital humano, sino que mejorar la calidad mínima de quienes ingresan del sistema educativo (por ejemplo, ampliando y mejorando la educación preescolar). Y, por supuesto, aumentando la calidad de la enseñanza escolar. El SAE, entonces, pareciera un buen ejemplo de la famosa frase de Eyzaguirre: “bajemos a todos de los patines”. Pareciera mucho mejor subir a los patines a quienes no los tienen.

Como lo que sabemos del proceso de producción de capital humano indicaría que estamos más cerca de un mundo en que los integrantes del pareo se potencian entre sí, el SAE en su diseño actual no maximiza la creación de capital humano. Una forma de mejorarlo sería que, en el proceso de asignación, los colegios puedan expresar sus preferencias.

Por Claudio Sapelli, Faro UDD, IE UC

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