Columna de Constanza Hube: A un mes del 4S
Hoy se cumple un mes desde el plebiscito constitucional. Un 4 de septiembre que pasará a la historia como un día marcado por la derrota contundente del octubrismo, del proyecto refundacional de la izquierda radical, de las políticas identitarias y de la idea de perpetuar el programa de gobierno del Presidente Boric a través de la Constitución.
Los partidos políticos han centrado sus conversaciones en el mecanismo para redactar una nueva Constitución, priorizando lo adjetivo, lo formal, pero sin tener la necesaria reflexión respecto del contenido, de aquellas cosas a los que los chilenos le dijeron NO. Dijeron que no a dividir a Chile en varias naciones, a la dependencia de las personas del Estado y a la desconfianza en las personas (esa arrogancia de creer que los chilenos somos interdictos, incultos y “lentos” solo por no compartir ideas añejas y fracasadas). Las personas, en cambio le dijeron SÍ a las libertades, a la provisión mixta de los servicios de salud, educación y pensiones, a la reivindicación de Carabineros de Chile, a la igualdad ante la ley y a la sana convivencia entre personas diversas pero unidas en un solo Chile.
Por otra parte, los chilenos le dijeron que sí a un tema central, como es devolver la política a sus instituciones democráticas. Este punto es prioritario para las negociaciones que los líderes de los partidos políticos están teniendo por estos días. El poder constituyente derivado hoy descansa en el Congreso Nacional, y es esa, la institución que debe tener el sartén por el mango para el texto que se vaya a redactar. La Convención Constitucional fue un perfecto ejemplo de lo que no hay que hacer. No podemos partir de una hoja en blanco como base, esto solo generó adrenalina entre los convencionales constituyentes que afiebrados por el poder consideraron que podían experimentar con el país. No podemos “meter la mano a la urna”, a través de escaños reservados y paridad. Una de las grandes conquistas de la democracia moderna es precisamente la igualdad del voto, todos los votos valen lo mismo, todos los votos pesan lo mismo. No podemos incorporar a falsos independientes, que se llevan los beneficios de las coaliciones políticas, pero no los costos. Los “independientes” demostraron ser aún más irresponsables que convencionales constituyentes que compitieron en listas de partidos. En síntesis, pretender crear una nueva Convención con las mismas reglas (quizás más atenuadas) es repetir la fórmula del fracaso. El Congreso Nacional detenta el poder constituyente, y un potencial nuevo texto necesariamente debe ser visado y revisado por el Congreso, ya sea a través de un Congreso Constituyente o a través de las comisiones de Constitución, Legislación y Justicia,y que, en ese caso, requiera ser aprobado por los plenos.
No podemos tropezar dos veces con la misma piedra y volver a repetir los errores del pasado. El compromiso por una buena Constitución está vigente pero sin arriesgar la estabilidad institucional y sin dejar de lado las prioridades de los chilenos.
Constanza Hube, profesora de Derecho Constitucional