Columna de Constanza Hube: Volvamos a levantarnos
Por Constanza Hube, abogada y ex convencional.
Dos fueron las grandes promesas que se hicieron de cara al proceso constituyente: la anhelada paz social y la construcción de un pacto que nos uniera como país. Estas expectativas estuvieron lejos de cumplirse.
Esa paz, tan querida y anhelada por la mayoría de los chilenos que votaron Apruebo en el plebiscito de entrada, no llegó a nuestro país y, por cierto, fue la gran ausente en la Convención Constitucional. Una Convención cuya primera declaración fue la petición de indulto a los delincuentes de octubre de 2019; que no condenó nunca la violencia; que dejó fuera al terrorismo como atentado a los derechos humanos; que dejó fuera el Estado de Emergencia restringiendo las herramientas que los gobiernos tienen para cumplir el rol central del Estado, que es dar seguridad a las personas. Simplemente la seguridad que es la que nos permite vivir en sociedad no fue tema, ni menos prioridad para los convencionales; una Convención que desde el primer día les faltó el respeto a nuestros símbolos patrios; una Convención que le negó un minuto de silencio, a Hernán Allende Ponce, agricultor quemado vivo en su casa en Carahue, como si la vida de Hernán Allende no hubiera merecido ni siquiera eso, un minuto de silencio, como si su vida hubiera sido de segunda categoría.
Esta Convención fracasó en la misión de entregarle a nuestro país una propuesta de Constitución que nos uniera. Lo que se esperaba que fuera la casa de todos, lo que se esperaba que fuera un punto de unión entre la diversidad y el pluralismo, lo que se esperaba que fuera una expresión de paz, solo sembró resentimiento, revancha y división. Convirtió lo que debía ser un espacio de apertura, diálogo y acuerdos en una separación odiosa entre “buenos” y “malos”, “vencedores” y “vencidos”, de constituyentes legitimados para hablar y otros que no. Las constituciones deben cumplir el rol de tomar los puntos que unen a un país dentro de su diversidad. La Convención hizo todo lo contrario. Tomó todo lo que nos divide y todo lo que nos enfrenta y lo dejó en la Constitución de la Convención. Se redactó una Constitución con el objeto de imponer una visión de la historia, para hacer obligatorio un proyecto político y para sustraer del debate democrático ciertos desacuerdos. Esto es sencillamente, sembrar las semillas del totalitarismo.
Nada que nace de esta falta de amistad cívica y ausencia de sentido común podía terminar en un buen producto que les hiciera sentido a los chilenos.
Nuestro país ha pasado por momentos difíciles a lo largo de su historia, desastres naturales y crisis políticas y sociales, pero siempre hemos sabido levantarnos. Estoy segura de que esta no será la excepción y que mañana saldremos más fortalecidos que nunca.
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