Columna de Cristián Prado: China, transición demográfica y posibilidad de un tercer hijo
Para entender la transición demográfica de la República Popular China es necesario conocer las razones e impactos de la política de hijo único implementada por Deng Xiaoping en 1979. Para mediados de los 70, China había implementado el slogan de planificación familiar “despacio, más tarde y menos”, que consistía literalmente en alentar y promover el matrimonio tardío, intervalos de hijos grandes y la concepción de un solo hijo.
La política de hijo único fue bastante controversial, debido a las diferentes formas de implementación. El gobierno muchas veces forzaba a las mujeres al uso de métodos contraceptivos e incluso al aborto, ya que se prefería por razones laborales y económicas tener hijo varón. Las familias debían tener certificados de control y planificación familiar. Las familias que seguían fielmente la política eran premiadas con incentivos económicos y mejores oportunidades laborales. Por otro lado, se alentaba a denunciar a aquellos que no seguían la planificación familiar.
A mediados de los 80 China relajó la política de hijo único permitiendo a las parejas, en casos en que ambos padres fuesen hijo único, la concepción de un segundo hijo. Luego, en 2013, como parte de un paquete de protección social y económico, el gobierno permitió la concepción de un segundo hijo, si uno de los padres era hijo único. Finalmente, en 2015, el gobierno se dio cuenta que contaba con una gran parte de la población envejecida y/o camino a la jubilación, con una población económicamente activa pequeña.
Los principales impactos de esta política fueron el continuo aumento de la población en tercera edad (18,7% de la población es mayor de 60 años); bajo nivel de fertilidad (1.7 Banco Mundial 2019); desigualdad de género y pequeña población económicamente activa. En consecuencia, la política de tres hijos apunta precisamente a aliviar estos problemas demográficos.
El desarrollo de China se basa en ciudades calificadas, de acuerdo con su PIB, en primera, segunda, tercera, cuarta y quinta categoría. El tema radica que en las ciudades de primera y segunda categoría la calidad de vida es alta, lo que afectaría la decisión de concebir más hijos por los costos. Muchas familias jóvenes no están dispuestas a esto. El gobierno tendría que incurrir en incentivos sociales, creación de nuevos empleos e igualdad en protección social sin discriminación del lugar proveniencia del individuo.
Cristián Prado Ahumada, ex agregado comercial de Chile en Hong Kong y Macau RAEs. Magister en Población y Economía Medioambiental, Universidad de Pekín.