Columna de Cristián Valdivieso: Una oposición sin hambre

Una oposición sin hambre
Una oposición sin hambre. (Edwin Navarro/Aton Chile)


Los chilenos tienen motivos de sobra para estar pesimistas sobre el presente y el futuro. El crimen organizado crece a la sombra del narcotráfico, la educación pública empeora, las listas de espera en salud se alargan, y la economía, con un crecimiento tendencial inferior al 2%, no contribuye a mejorar el ánimo. A pesar de este agobio ciudadano y sin haber hecho grandes reformas, el gobierno mantiene una aprobación sólida en torno al 30%.

Este respaldo es novedoso. Desde 2010, ningún presidente había logrado mantener estos niveles de aprobación. Viéndolo así, es sorprendente que, con tan pocos logros concretos, el Presidente Boric siga teniendo un apoyo considerable. La pregunta es ¿por qué?

Aunque hay varias razones, una de las más claras es la mala imagen que la gente tiene de la oposición. No son solo las encuestas las que lo reflejan; basta con mencionarla en cualquier conversación política para que, al compararla con el gobierno, éste termine viéndose mejor. En otras palabras, el gobierno se percibe como “menos malo” en contraste con lo que ofrece la vereda de enfrente.

Con este panorama, la pregunta clave es por qué la oposición es tan mal evaluada. Pasó que la derecha se durmió en los laureles tras el triunfo del Rechazo en 2022. Creyeron, torpemente, que esa victoria sería definitiva y, desde entonces, se han dedicado más a criticar las ineptitudes y errores del gobierno que a ofrecer soluciones para salir del estancamiento. Tras el Rechazo, se vaciaron de ideas y entraron en disputas identitarias, engendrando su propia derrota en el segundo proceso constituyente.

Hoy la oposición está desacreditada, no solo por no haber logrado sacar adelante el proceso constitucional de 2023, sino también por la crítica vacía, la falta de convicciones y por algo menos visible pero evidente: la falta de hambre de poder.

Es al mismo tiempo una oposición estridente en sus reclamos, pero silenciosa cuando debe dar la cara. Que pone el grito en el cielo ante la corrupción en la izquierda, pero que se esconde frente a sus propios escándalos. ¿No es eso, acaso, lo que hemos visto por estos días con el caso Hermosilla ante a la avalancha de audios y whatsapp incriminatorios?

Por eso, y por más, el gobierno podrá ser tildado de incompetente, pero la derecha, en sus distintas variantes, hoy no es creíble. Así y todo, sin ideas y sin hambre, paradójicamente, siguen creyendo que ganarán la presidencial de 2025. En un acto surrealista, creen que “les toca” por la simple lógica del recambio o sencillamente porque el gobierno no da el ancho. Creen que “les toca” porque tienen a Evelyn Matthei aunque poco y nada hacen por cuidarla, pese a que, sin ella, no tienen nada. En la derecha parecen no saber para qué quieren gobernar y, peor aún, si realmente desean hacerlo.

Con esta oposición sin hambre, el gobierno puede respirar tranquilo. Es más, los resultados de las elecciones de octubre próximo confirmarán que el oficialismo tiene opciones de mantener el poder más allá del 2025.

Por Cristián Valdivieso, director de Criteria

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