Columna de Cristián Valenzuela: Bache-tres
Aun cuando faltan tres meses para la elección municipal, la presidencial 2025 ya comienza a desplegarse en el oficialismo y quien toma la delantera es una vieja conocida: Michelle Bachelet Jeria.
¿Tiene miedo la derecha? Sí. Y mucho. Pero no desde la perspectiva electoral, donde evidentemente Bachelet es la única que genera tracción política en un sector que no ha sido capaz de generar liderazgos presidenciales producto del desastroso gobierno de Gabriel Boric, sino que, desde la perspectiva ciudadana, por el daño que un tercer mandato de Bachelet podría provocar en el país a nivel económico, político y social.
Digamos las cosas como son: Michelle Bachelet es una de las grandes responsables del estancamiento económico de Chile, de la invasión de inmigrantes ilegales y del auge imparable del crimen organizado y el narcotráfico, entre otros males. ¿Crisis de la educación pública? Bachelet. ¿Fragmentación del sistema político? Bachelet. ¿Aumento de campamentos? Bachelet.
¿Economía? Cuando Michelle Bachelet asumió por primera vez como Presidenta, en marzo de 2006, Chile crecía al 5,6%. Al terminar su primer mandato, en marzo de 2010, la economía marcaba un 0,3% de crecimiento. En promedio, un 3,3%. Luego, en su segundo mandato, el promedio de crecimiento de la economía fue mucho peor: 1,9%. Hasta el año 2022, el peor crecimiento desde 1990, un magro resultado que solo superaría el actual gobierno de Gabriel Boric. ¿Cómo lo logró Bachelet? Aumentando impuestos, ahuyentando inversiones y estancando la productividad de la economía chilena en todos los sectores posibles.
¿Inmigración? En 2006 se estimaba que había alrededor de 200 mil extranjeros residentes en Chile, lo que representaba un 1,3% del total de la población en el país. Hoy esa cifra supera los 1,7 millones de personas, principalmente de Venezuela, Perú, Colombia y Haití. ¿Cómo lo logró Bachelet? Abriendo las fronteras terrestres del país de par en par o tolerando decenas de vuelos chárter de inmigrantes haitianos que, simulando ser turistas, ingresaron al país y establecieron su residencia definitiva.
¿Inseguridad? Cuando Bachelet asumió en 2006, la tasa de homicidios era de 3,5 por cada 100 mil habitantes y el Ministerio Público no investigaba más de 1.000 casos al año; mientras que a principios del 2018, marcando la tendencia de los importantes aumentos que vendrían hacia el futuro, la tasa de homicidios ya se acercaba al 4,5 por cada 100 mil habitantes y los homicidios investigados superaban los 1.800 casos. Ni hablar del cambio de tendencia en las organizaciones criminales, que dejaron de ver a Chile como un lugar de paso a convertirse en centro de operaciones de importantes bandas y carteles criminales. ¿Cómo lo logró Bachelet? Erosionando el sentido de autoridad y siendo negligente en mejorar las capacidades institucionales y operativas de nuestras fuerzas policiales y del sistema de seguridad.
¿Educación? Bachelet destruyó la educación pública con las reformas educacionales que impulsó y privilegió la gratuidad universal en la educación superior antes que en la educación inicial. ¿Sistema político? Liquidó la estabilidad política que entregaba el binominal, aumentando la fragmentación y el discolaje político que hoy tiene al Congreso inmovilizado, sin poder avanzar en las reformas fundamentales. ¿Campamentos? Luego de la disminución histórica del Presidente Lagos, que redujo a la mitad los campamentos en Chile, fue con Bachelet que comenzó el aumento gradual y luego insostenible de campamentos, que luego estallaría con la pandemia y la ola de inmigración ilegal.
Son tantos temas y tantos fracasos, que se suman a emblemáticas políticas públicas como el Transantiago o los casos de corrupción institucional y familiar que, a diferencia del 2006 y del 2013, no tendrán en esta elección a Bachelet como el hada madrina que cae del cielo a llenar los vacíos de liderazgos de su coalición, sino que, al contrario, una pesada mochila de malos resultados, políticas fracasadas y malestar acumulado, del cual la expresidenta tendrá que hacerse cargo.
Porque la explosión social que siguió al estallido delictual no fue solo una reacción a la negligencia o indolencia del gobierno de Piñera, sino que también a la gestión empobrecedora de Michelle Bachelet.
Es verdad: la derecha tiembla cuando Bachelet sale a la calle (o anticipa su definición presidencial). Pero esta vez Bachelet también tendrá que prepararse para temblar y hacerse cargo de sus múltiples deudas, en un Chile que ha cambiado y donde no podrá evadir preguntas ni decir “paso” frente a las demandas pendientes de millones de chilenos.
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