Columna de Cristián Valenzuela: El parrillero

tool boric


Chile arde. Literalmente. Más de 15 mil hectáreas consumidas por los incendios forestales en el sur del país, comunidades enteras han perdido sus hogares, y cientos de compatriotas luchan a diario —con lo que tienen a mano— para evitar que el fuego lo consuma todo. El Estado, lento y desorganizado como de costumbre, responde con el cliché de siempre, “no los dejaremos solos”. Pero el Presidente, bueno… el Presidente está en otra y con otros, no con los chilenos.

Mientras brigadistas, vecinos y alcaldes pedían ayuda desesperada, Gabriel Boric se tomó una merecida pausa entre su viaje a Magallanes y su travesía a India: se juntó a parrillar con la banda Tool. Porque nada dice “liderazgo en tiempos de crisis” como una buena punta de ganso y una selfie con músicos alternativos. Mientras medio país combate incendios, él enciende la parrilla y combate la grasa.

Hay que reconocerle coherencia: en este gobierno todo es simbólico. El problema es que los símbolos que elige Boric parecen salidos de un meme. ¿Chile arde? Él prepara choripanes. ¿La ciudadanía exige presencia presidencial? Él prefiere la compañía de artistas y viajes internacionales. ¿El país necesita conducción? Él ofrece camaradería.

Y no es solo el fuego. A lo largo del país, la gente vive atrapada en una tormenta perfecta: balaceras diarias, encerronas a plena luz del día, homicidios al alza y crimen organizado campante. La seguridad pública se desmorona y el gobierno se dedica a declarar su “preocupación”, pero no su “ocupación” en resolver los problemas. Mientras los narcos se toman las poblaciones, el Presidente reparte sonrisas en el backstage.

Y por si fuera poco, la economía va camino al precipicio. Chile crece poco, la inflación golpea, los sueldos no alcanzan, y el Estado —ese que el Frente Amplio prometía como la solución a todos los problemas— gasta más, rinde menos y se endeuda como si no hubiera mañana. La reciente ejecución fiscal del gobierno es un desastre, pero los recitales no faltan. ¿Habrán invitado a la Directora de Presupuestos al asado? Ojalá no haya estado a cargo de sacar la cuenta.

Este no es solo un error de agenda. Es el síntoma de una desconexión profunda y permanente. De un Presidente que jamás ha entendido la dimensión del cargo que ocupa y el cargo que “habita”. Que confunde gobernar con opinar por Twitter. Que cree que la gestión se resuelve con frases grandilocuentes y pirotecnia política. Que actúa como activista con poder, pero no como estadista en cumplimiento de su deber.

La escena del asado con Tool es casi perfecta en su simbolismo. Mientras Chile enfrenta incendios, balas, miedo y estancamiento económico, Boric prefiere el guitarreo de sus ídolos y unas carnecitas a la parrilla. Cada vez que se requiere su presencia, aparece su ausencia. Cada vez que el país grita por autoridad, él responde con anécdotas.

Al final, cada Presidente es recordado por las imágenes que deja. Algunos con botas en el barro. Otros en la primera línea contra el crimen. Algunos enfrentando déficits con responsabilidad. Boric, en cambio, eligió otra postal: piscola en mano, música de fondo, y el país en llamas. Y lo más triste es que no parece entender lo ofensivo que eso resulta para quienes hoy lo han perdido todo.

Porque Chile no necesita un Presidente fanático del rock. Chile necesita un Presidente fanático en resolver los problemas urgentes del país. Pero nos tocó Boric. Y él, claramente, tiene otras prioridades.

Por Cristián Valenzuela, abogado

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.