Columna de Cristián Valenzuela: El pequeño dictador
“El otro día, un columnista menor despreciaba la importancia de haber recuperado una plaza”. “Parece que las buenas noticias no tienen rating”. “No sé cómo siguen leyendo los diarios El Mercurio, La Tercera, La Segunda”; son algunas de las frases que el Presidente Boric se ha despachado en contra de periodistas, columnistas y medios de comunicación durante su mandato. El mismo Presidente que, en medio de la campaña, decía que el rol de la prensa era incomodar al poder y que “a veces quienes estamos en estas situaciones nos incomodamos”. Lamentablemente, hoy, ya en el cargo, el Presidente ha devenido en un aprendiz de dictador, buscando pautear a medios, controlar la información que se difunde y limitar, en los hechos, la libertad de opinión y expresión que debieran gozar los chilenos.
En los últimos 30 días, el Presidente ha desplegado una intensa agenda en Santiago y regiones. Solo siguiendo las cuentas oficiales, se pueden rescatar transmisiones sobre nueva infraestructura; materias educacionales, deportivas y culturales; anuncios en seguridad; aguinaldos; herramientas para combatir incendios, entre otras. A ello se suman tres cadenas nacionales: sobre presupuesto, plebiscito y el acuerdo para concesionar el litio. En todas ellas, un denominador común que destaca: la ausencia de preguntas de la prensa. Han sido más de 35 intervenciones, donde el Presidente lee, recita e improvisa discursos y mensajes sin interrupción alguna y sin la posibilidad de contraste, cuestionamiento o representación.
La última entrevista de Gabriel Boric con El Mercurio fue en junio de 2021 y con La Tercera, en abril del año pasado, siendo la única con un medio escrito de alcance nacional en sus casi dos años de gobierno. En televisión, el Presidente -a diferencia del candidato Boric- no ha sido entrevistado en Estado Nacional, programa político del canal público, y escasas han sido sus apariciones en matinales, noticieros y en otros espacios de conversación política. En radios nacionales solo destaca una visita a Cooperativa y otra a Sonar el 2022, y una con Iberoamericana Radio Chile al día siguiente de asumir el gobierno. Al resto, nada.
Resulta difícil incomodar al Presidente si este no da entrevistas, no acepta preguntas y no se somete a cuestionamientos, emplazamientos o diálogos con la prensa. Más difícil aún, si los columnistas, periodistas y editores deben moderar sus críticas para no arriesgarse a que, desde la plataforma del micrófono presidencial, el Presidente los descalifique abiertamente e intente ridiculizarlos por emitir su opinión.
La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 19, afirma que todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, agregando que este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones. De la misma forma, nuestra Constitución asegura a todas las personas la libertad de emitir opinión y de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio.
Según los relatores de las Naciones Unidas y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Venezuela existen preocupantes limitaciones al ejercicio de la libertad de expresión, marcadas por el hostigamiento y persecución a voces disidentes, en particular a periodistas, comunicadores y medios independientes. En Cuba, según Amnistía Internacional, los disidentes políticos y otras personas que critican al gobierno han sufrido en muchos casos acoso e intimidación por parte de grupos organizados partidarios del gobierno. En Rusia, lo que comenzó con hostigamiento, terminó en encarcelamiento, envenenamiento y asesinatos de periodistas.
¿Es Gabriel Boric un dictador? ¿Son sus rasgos autoritarios y su desprecio por los medios de comunicación comparables con los que ejercen consagrados dictadores como Maduro, Díaz-Canel o Putin? Sinceramente, ni de cerca. Pero ello no lo exime de reproches a la hora de evaluar sus exabruptos ante los medios de comunicación y de criticar sus elaboradas y protegidas puestas en escena frente a la prensa.
Hace 33 años que Chile recuperó la plenitud de su democracia y hay que estar atentos y vigilantes a cualquier atisbo de regresión autoritaria que busque limitar las libertades y los derechos de los ciudadanos. Precisamente, es lo que podría resultar de la tensa relación entre el Presidente Boric y los medios de comunicación, que lo está llevando a convertirse, en ese ámbito, en una especie de dictador, pequeño y menor.
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