Columna de Cristián Valenzuela: Fachos pobres
¿Quiénes son los que no votan?, se preguntaba el diputado Gonzalo Winter esta semana en la Cámara de Diputados, y contestaba afirmando que eran los pobres, los que algunos quieren obligar y forzar a ir a votar. Asimismo, calificó el proyecto de ley en discusión como un proyecto “antipobres”, pues serían los pobres los castigados por no participar en lo que él denominó “nuestra fiesta” de la democracia.
Veamos los datos: las 10 comunas con mayor tasa de pobreza del país son Putre, Huara, Carahue, Cañete, Santa Bárbara, Cunco, Quilleco, Saavedra, Fresia y Los Muermos. En la elección municipal de 2021, cuando estaba vigente el voto voluntario, sufragaron 6,4 millones de personas en todo el país, un 43% de los inscritos. Para esa elección, en las 10 comunas con mayor tasa de pobreza votó apenas un 40%. En la elección de consejeros de 2023, cuando estaba vigente el voto obligatorio, sufragaron 12,5 millones de personas en todo el país, un 75% de los inscritos. Para esa elección, en las 10 comunas con mayor tasa de pobreza votó casi un 70%.
Datos, no opiniones ni prejuicios. A partir de ello se puede inferir que en las elecciones con voto obligatorio, la participación se duplicó en todo el país, y en las comunas más pobres de Chile, si antes votaba una de cada tres personas, con el voto obligatorio participan al menos dos de cada tres personas. Es decir, lejos de ser un proyecto “antipobres” como lo calificó el diputado Winter, el proyecto que viabiliza la obligatoriedad del voto permite incorporar a las personas más pobres de Chile al proceso electoral, otorgándoles una voz y un reconocimiento en nuestro sistema democrático.
La aporofobia es un neologismo acuñado por la filósofa Adela Cortina que hace referencia al rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre; hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio.
¿A qué le teme el diputado Winter? ¿Le teme realmente a que los pobres sean castigados y tengan que pagar multas por no concurrir a votar, a pesar de que el Servel, en la práctica, no ha denunciado a todos los que no concurrieron a votar en los procesos pasados? ¿O será que les teme a los pobres y al impacto que su voto puede tener en la elección?
En la elección de mayo de 2023, en las 10 comunas con mayor tasa de pobreza antes mencionadas, el Partido Republicano obtuvo, en promedio, un 42% de los votos, superando el 35% promedio que logró a nivel nacional. En las mismas comunas, Unidad para Chile –que incluía a los partidos del Frente Amplio, Comunista y Socialista– obtuvo un 28% a nivel nacional, pero apenas un 12,5% en las comunas con mayor tasa de pobreza del país.
Datos, no opiniones ni prejuicios. A partir de ello, se puede concluir que en elecciones con voto obligatorio, el Partido Republicano recibió tres veces más apoyo que la coalición de partidos de izquierda en la votación de las 10 comunas con mayor tasa de pobreza del país.
¿Quién es más antipobre según los datos reseñados? ¿Quiénes buscan excluir a los más pobres de voz y representación democrática? ¿Quiénes usan artilugios, buscan excusas o promueven discursos con sesgos de clase para justificar sus cambios de posición o para asumir posiciones interesadas?
Cortina decía que el peor castigo que puede infligirse a la pobreza es la condena a la invisibilidad, a ignorar la existencia del otro, el rechazo y el desprecio, agregando que es el reconocimiento recíproco el que nos constituye básicamente como seres humanos. El verdadero castigo a los pobres no sería la multa, como afirma el diputado Winter, sino el excluirlos, en los hechos, del acto electoral y de invisibilizar el impacto de su voto en los procesos electorales.
Pero lo peor de todo es el intento burdo y sinvergüenza de aprobar una modificación radical al sistema electoral, a pocos meses de una elección, y usar a los pobres como una excusa. Porque digamos las cosas como son: el problema para algunos no son los pobres, sino cómo han votado en las últimas elecciones. La izquierda desprecia a los fachos pobres; los tratan de ignorantes e incapaces de tomar decisiones correctas; de incoherentes e inconsistentes por alinearse con la derecha; de malagradecidos por no dar nada a cambio, luego de tantos años de una supuesta lucha que habría encabezado el progresismo para ellos.
En definitiva, el problema no son los fachos pobres, sino los cuicos progres, como el diputado Winter, que desde Ñuñoa es incapaz de comprender la realidad y de aceptar que los pobres pueden votar por el sector que quieran.
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