Columna de Cristián Valenzuela: La gaviota woke
![Dani Ride](https://www.latercera.com/resizer/v2/KYEDW2YUERGFXCW7XQOLTHHP3I.jpg?quality=80&smart=true&auth=83b435a570845c1ca72bb21493cdb45a2a4510b70496af50e7320b2df9fbcada&width=690&height=502)
El próximo 23 de febrero, el Festival de Viña del Mar no saldrá al mundo como lo solía hacer, sino saldrá del closet, para exhibir en toda su magnitud, el identitarismo extremo de una minoría de chilenos que detesta a la iglesia, a la familia y a los valores tradicionales sobre los que se construye Chile.
Dani Ride es quien representará a Chile en la competencia internacional del Festival. Se declara y autopercibe como intersexual, un término genérico que abarca más de 40 variaciones distintas de las características femeninas y masculinas. Lo hará acompañado, probablemente, del Coro Queer, el primer coro para las diversidades y disidencias LGBTIQA+ en Chile, con quienes lanzó hace poco una versión orquestada de su canción “Infernodaga”.
¿Y de que se trata la canción que representa a Chile? Dani Ride la define como una “carta de amor” a su madre, donde cuenta como le contó a su familia que no era heterosexual y lo traumático de ese proceso. “Madre nuestra que estás conmigo de tu cuerpo fértil venimos sea tu reino en nosotres como nosotres solo existimos”, reza uno de los coros de la canción, aludiendo al vínculo filial que está en el eje de la obra. Sin embargo, el video musical que acompaña esta “obra artística” no tiene nada de amoroso. Distintas secuencias que muestran al protagonista emulando a Jesucristo crucificado; a una virgen acosada sexualmente; a un sacerdote abusando de un adolescente; y la quema de diversas biblias.
La canción es mala y el intérprete mucho peor. Una vuelta por sus redes y antiguos “hits” dan cuenta de la pobre calidad artística de Ride, las forzadas mezclas de sonido, letras y el abuso de los estereotipos y la sexualización para llamar la atención y dejar de lado el contenido musical. Ni hablar de la artista que lo acompaña en la interpretación: Mariel Mariel, quien ya participó en la competencia folclórica de 2024 y su canción ni siquiera pasó a la final, ganándose las pifias del público.
Si la canción es pura basura, ¿por qué lo eligen para representarnos? Habría que preguntarle a la comisión evaluadora que la seleccionó. Podría ser que las otras canciones eran más malas o no se presentaron suficientes postulantes. Pero tiendo a pensar que la razón de fondo es, precisamente, el afán de provocar y resaltar este tipo de causas identitarias que el wokismo usa como arma de destrucción cultural.
Solo un 1,7% de los chilenos se autopercibe, al igual que Ride, como intersexual. Apenas un 5,2% de la población no se define como heterosexual y cabría en algunas de las categorías representadas por el Coro Queer. Solo un 15% de los chilenos no cree en Dios y menos de un 30% no adscribe a religión alguna. Precisamente las cifras que necesita el progresismo para enarbolar una lucha identitaria y buscar un fenómeno minoritario para hacerlo destacar en el otrora escenario más importante de Latinoamérica.
“Queremos recuperar la mística y la esencia de la competencia internacional” afirmó la Alcaldesa Ripamonti al anunciar el cambio de bases para este concurso musical. Pero la elección de Ride como el representante de Chile no se basó en criterios técnicos o artísticos, sino en términos de marketing: un provocador, que no representa a Chile ni a los chilenos, que usa su música para insultar y denigrar a muchas personas y burlarse de valores fundamentales como la Fe y la familia.
El señor Ride tiene todo el derecho a amar a quien quiera, a cantar y a usar sus historias de amor y sufrimiento como mejor le parezcan. Pero no tiene derecho a burlarse de las creencias de millones de chilenos ni la Comisión Evaluadora atribuirle la representación cultural de Chile frente al mundo. Es hora de sacar el wokismo de la Quinta Vergara y volver a hacer grande el Festival de Viña para la inmensa mayoría de los chilenos.
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