Columna de Cristián Valenzuela: Las crónicas de Boric
Hay que reconocer que el Presidente Boric es un gran embustero. Durante horas, a través de ejemplos, bromas, emplazamientos varios, dio cuenta de un país de fantasía y magia, una tierra que, gracias al trabajo esforzado del Frente Amplio, fue capaz de sobreponerse a la violencia y a la inflación, resguardar nuestras fronteras y recuperar la paz y la estabilidad en Chile. Resulta que ahora vivimos en un país de esperanza y de futuro, liderado por una coalición de mentes brillantes y patriotas que se despiertan todos los días para servir desinteresadamente a su país.
Si los chilenos no conocieran al Presidente ni hubiesen sufrido el estallido delictual, la pandemia y la crisis económica y social asociada, probablemente caerían en el embrujo de sus palabras. Si los chilenos no sintieran el miedo, la desesperanza y el abandono que sienten hoy, muchos podrían ser cautivados por el flautista de Magallanes. Pero afortunadamente, no es así.
Gabriel Boric no tiene idea en el país violento en el que vive. Para él no existen las víctimas de los cuatro asesinatos que ocurren al día o las casi 5.000 violaciones al año, una de las cifras más altas de nuestra historia.
Gabriel Boric no tiene conciencia de la pobreza profunda que enfrenta el país. Engañado por las estadísticas que le entrega su entorno, no conoce ninguno de los más de 1.400 campamentos que hay en Chile, la cifra más alta de nuestra historia, ni ha podido conversar con alguna de las más de 100 mil familias que viven en total abandono y marginalidad.
Gabriel Boric desconoce, en su ingenuidad, que en su gobierno han entrado más de 100 mil inmigrantes ilegales por nuestra frontera y que solo 2.000 han sido expulsados. También desconoce el impacto de la inmigración ilegal en los centros de salud, en las escuelas, en las viviendas, parques y plazas de nuestro país.
Gabriel Boric no tiene la menor idea de lo que significa estar en una lista de espera en nuestro sistema de salud. Desconoce, asimismo, que cuando comenzó su gobierno eran 2.4 millones de atenciones en espera y que ahora son más de 2.7 millones, sin considerar las que fueron borradas, administrativamente, y sin solución para personas que llevan años esperando.
Gabriel Boric no es capaz de dimensionar lo mal que lo ha hecho su gobierno en materia económica. En sus dos años de gobierno, el crecimiento económico de Chile ha sido de los más bajos de Latinoamérica, solo comparado con Haití, Argentina y Ecuador. Además, en estos dos años, la economía ha crecido en promedio apenas un 1,15% en Chile, convirtiendo a Gabriel Boric como el Presidente que menos ha hecho crecer al país en los últimos 34 años.
Estos son datos, no opiniones. Esto es la realidad, no una fantasía. Cuando se dice que Chile está más pobre, inseguro e inestable que hace dos años atrás, se hace una descripción dura de la inevitable realidad, no una proyección que pudiera ser inventada en una habitación de Cerro Castillo.
Evidentemente, el Presidente vive rodeado de escoltas que lo hacen sentir seguro; un círculo de asesores que lo reconforta y que le dice que lo está haciendo muy bien; en las pocas giras que hace, su avanzada lo rodea de adherentes que lo vitorean y lo hacen sentir querido; su ministra más cercana, agradece todo el día el liderazgo del Presidente Boric, tal cual como lo hacen en Corea del Norte con Kim Jong-Un . Así, no tiene ninguna posibilidad de conectarse con la realidad.
Es por todas estas razones, que el gobierno ya no tiene vuelta. Fracasó y seguirá fracasando en el impulso de una agenda que no tiene nada que ver con la realidad de Chile. Por eso proponen el aborto libre, porque creen que aprobando el aborto van a evitar que los chilenos sean asesinados en las calles, que las mujeres sean violadas o que las familias podrán salir de los campamentos, encontrar un empleo formal y escapar de la miseria en que viven.
La oposición tiene una tremenda responsabilidad. No basta con llegar al gobierno, sino que necesita una mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado para poder implementar los cambios efectivos que requiere el país para superar el estancamiento económico y derrotar al crimen organizado. Pero nunca va a alcanzar esa mayoría si sigue prestándole ropa al rey que va desnudo.
Hay que dejar la ambigüedad de lado y de intentar llegar a acuerdos con un gobierno embustero y fantasioso como éste. Chile no necesita pactos tributarios, acuerdos en pensiones o reformas consensuadas con un gobierno que no tiene ninguna noción de la realidad en la que viven. Chile necesita una alternativa de verdad a este mal gobierno y enviar a los actuales ocupantes de La Moneda, a la isla de la Fantasía.
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