Columna de Cristián Valenzuela: Milicos al Cuartel
¿Por qué tuvimos que esperar dos años para que el gobierno reaccionara? ¿Por qué dejamos que un capricho ideológico permitiera el avance sin control del crimen organizado? ¿Cuántas muertes se podrían haber evitado si es que el Presidente y sus Ministros hubiesen dejado su sesgo antimilitar?
“Vota Gabriel, Vota Gabriel, y que los milicos se devuelvan al cuartel” era el estribillo de un video musical que circuló en la campaña presidencial y que buscaba demostrar la adhesión de músicos, comediantes y actores a la candidatura del actual Presidente. Sin duda, Gabriel Boric era el candidato de aquellos que odian a los militares y que les gustaría reducir las Fuerzas Armadas a su mínima expresión; de aquellos que creen que las armas no sirven para nada y de aquellos que creen que la soberanía nacional es un concepto autoritario, incompatible con las fronteras abiertas de la Patria grande.
Como no, si Gabriel Boric encaró a los “milicos” en Plaza Italia, escandalizado porque, en el contexto de una grave crisis de orden público, portaban armas de guerra, buscando dar una señal de orden en medio del caos y la desobediencia civil. El mismo Gabriel Boric que cuestionaba la Parada Militar porque a su juicio pertenecía a unos pocos y que anhelaba, que algún día, no tuviésemos Parada Militar. El mismo Gabriel Boric que exclamaba “Progresismo las pelotas” para cuestionar las credenciales de la centroizquierda cuando proponía sacar a la calle a los militares para combatir el terrorismo.
Pero la realidad supera la ideología, y la inseguridad no se combate con poesía, sino con armas, orden público, disciplina y estado de derecho. Los que antes eran “milicos” para algunos, ahora se llaman militares; la Parada Militar ya no es tan mala y hasta tarareamos los Viejos Estandartes; las armas de guerra en Plaza Italia ya no violentan, sino que son una demanda social que hay que atender con urgencia.
Lo que era un punto de prensa más del alcalde Tomás Vodanovic, se convirtió en una de las últimas derrotas simbólicas de la fiebre insurreccional que invadió el país el 2019 y que algunos se resistían a abandonar, por complejos o sobreideologización. Si, en el Chile del 2024, es factible considerar que los militares puedan apoyar la labor de Carabineros, incluso con el apoyo de la izquierda radical, para el resguardo de la población y de la infraestructura crítica de nuestras ciudades. Si, porque estamos no solo ante una crisis de seguridad pública, sino que por el avance del narcotráfico, la delincuencia y el terrorismo, sino también frente a una crisis de seguridad nacional.
¿Por qué tuvimos que esperar dos años para que el gobierno reaccionara? ¿Por qué dejamos que un capricho ideológico permitiera el avance sin control del crimen organizado? ¿Cuántas muertes se podrían haber evitado si es que el Presidente y sus Ministros hubiesen dejado su sesgo antimilitar?
Chile está en guerra contra el narcotráfico, la delincuencia y el terrorismo. Y es una guerra que estamos perdiendo y que si no reaccionamos pronto, vamos a perderla por paliza. Llegó la hora de dejar la ideología de lado y tomar todas las medidas que sean necesarias para salvar la vida de miles de chilenos. Para ello hay que generar las condiciones para que nuestras Fuerzas Armadas y de Orden tengan el respaldo político y jurídico, para que tengan los recursos y herramientas para defenderse y defendernos; para que tengan el respeto que merecen por la labor que hacen y que durante mucho tiempo, ciertos sectores políticos deliberadamente olvidaron.
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