Columna de Cristián Valenzuela: Ya-no-vac
“Hicimos una fiesta y nos fue mal” afirmó en 2017 el entonces encargado programático de Beatriz Sánchez, Nicolás Grau, al referirse al fallido concierto de celebración del centenario de la FECH en 2006, que terminó con pérdidas superiores a los 120 millones de pesos.
“Es una decisión de salud pública”, señaló el ahora ministro de Economía, en referencia a los proyectos por más 120 millones de dólares que Sinovac decidió cancelar en Chile. A los pocos días, se corrigió, afirmando que las razones tenían que ver con supuestos subsidios o consumos de vacunas asegurados, lo que fue desmentido por la empresa. Finalmente, el ministro Grau remataría diciendo que “ha habido una confusión en los tiempos” y que “no es algo que nosotros hemos visto como Gobierno”.
En síntesis, el proyecto de Sinovac, ya-no-vac. Algunos dirán que Colombia ofreció mejores condiciones para invertir; otros alegarán tamaño de mercado, razones de salud pública o falta de subsidios; los menos, insistirán que pese a haber sido desechado hace un año, las posibilidades de inversión siguen estando. Pero lo único cierto es que Sinovac quiso hacer una planta y le fue mal, y en vez de farrearse 120 millones de pesos, el ministro de Economía se farreó 120 millones de dólares.
Pero la diferencia de moneda no es tan relevante, diría Grau, porque la gente no compra los bienes en dólares como alguna vez afirmó. Ni hablar de sus consideraciones sobre inflación, cuando decía que la inflación beneficiaba a las Pymes. Genio. Creo que el problema del ministro de Economía es más profundo que 120 millones más o 120 millones menos, sean dólares o pesos. El problema de fondo es que Nicolás Grau sigue defraudando y todos los chilenos estamos pagando un alto costo por su incompetencia e incapacidad como ministro de Economía.
En un país con un estancamiento económico crónico que se arrastra hace más de 10 años; con alto desempleo e inflación; con una cifra récord de deuda de firmas en reestructuración; con la deuda pública aumentando a niveles históricos; con la formación bruta de capital fijo en negativo; y con un aumento de la inversión extranjera directa que ya en el 2022 se explicó en gran parte por la reinversión de utilidades de empresas; sencillamente, con los miembros del equipo económico, Chile da gigantesca ventaja a sus competidores.
En el Chile actual, el Presidente no puede darse el lujo de tener un ministro de Economía que nunca ha trabajado en el sector privado, que probablemente nunca ha contratado a nadie en su vida, que no le ha tocado pagar el IVA o ni siquiera hacer alguna factura. Un ministro que, probablemente, ha dependido toda su vida del Estado (como becado, académico o funcionario), al igual que buena parte de su familia, apitutada en el Estado. Un ministro que representa todo lo opuesto a la vocación de emprendimiento, reactivación y creación de riquezas que uno esperaría como requisitos mínimos para el cargo de una de las figuras ministeriales que tiene la difícil misión de rescatar la economía chilena del suelo.
Nicolas Grau, por su cercanía personal y política, podría ser un asesor del segundo piso (ahora que quizás se abran vacantes), pero simplemente no da el ancho ni el alto para seguir siendo ministro de Economía. Son demasiadas confusiones, omisiones y principalmente inacciones, que siguen profundizando el deterioro económico del país y donde cada día que pasa, son meses y años de una recuperación que estamos cada vez más lejos de alcanzar.
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