Columna de Cristóbal Osorio: 4-S, de la hoja en blanco a la mente en blanco
A dos años del plebiscito donde se rechazó la propuesta constitucional redactada por la Convención para dar respuesta al estallido social, hemos hecho un tránsito desde una “hoja en blanco” a una “mente en blanco”.
La “hoja en blanco” refería al mandato que se dieron los convencionales -y la izquierda que los respaldaba-, de escribir una nueva Constitución prescindiendo de la tradición legal y constitucional chilena, para plasmar ahí el ideario y ruta de una izquierda triunfante.
El resultado fue el opuesto, se dilapidó una mayoría y un consenso por el cambio, lo que aturdió a la izquierda, dejándola con un vacío de ideas que no ha sido posible llenar en estos dos años, donde el sector ha perseguido la contingencia como un gato persigue un láser.
Los efectos del 4-S son abrumadores, y me parece que no se están contemplando en su magnitud. Los ganadores solo lustran su posición y llevan agua a su molino, con frases altisonantes y carentes de análisis de la situación que nos llevó a ese punto histórico, y los perdedores buscan tímidamente levantar la nariz, pero no se atreven a volver a leer lo que escribieron.
Se produjo el “efecto cajón”, que alude al acto de tomar papeles incómodos para esconderlos donde sea posible olvidarlos. Fueron erradicados del debate una serie de temas que entraron a formar parte de los tabús constitucionales, como la “plurinacionalidad” y tal vez el “Estado social de derecho” o el “Estado regional”. Otros temas quizá no se volvieron tabús, pero pasaron a la cancha del debate legal, donde dependerá de la fuerza política del sector empujarlos, como el “aborto libre” o los asuntos vinculados a los “derechos de la naturaleza”.
En general el contenido de dicha propuesta constitucional quedó anatemizado -hasta nuevo aviso-, con lo que la izquierda quedó sin propuestas de grandes transformaciones, y la centroizquierda, sin palancas para realizar cambios graduales en las mismas temáticas.
El “efecto Ícaro” es otra consecuencia, que describe a aquellos políticos que consiguieron unas inimaginables alas con las que -con coraje y rebeldía- era posible alcanzar alturas nunca antes conquistadas, pero cuya ambición y soberbia los llevó demasiado cerca del sol, y al conocido desenlace del mito. Desde luego, esto impacta en una fobia insana a volar, la que coadyuva a mantener la mente en blanco, ya no como producto de la meditación, sino del miedo.
Un tercer efecto es el de la “final de la Copa del Mundo”, que retrata ese momento como único y, tal vez, irrepetible. La derrota -por goleada- nos muestra que la generación dorada no trabajó con toda la responsabilidad y resguardos de esa excepcional instancia para fundar un nuevo orden democrático y no para dar una fiesta inolvidable.
Finalmente, un cuarto efecto es el del “jaque al rey”, dado que el resultado del 4-S, deja sin agenda al Presidente, quien dudosamente puede cumplir con su indispensable rol de jefe de la coalición política, pues ya no dispone de ninguna argamasa ideológica, programática ni doctrinaria, con la cual convocarla y darle cohesión y sentido.
Por Cristóbal Osorio, profesor Derecho Constitucional, U. de Chile
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