Columna de Cristóbal Osorio: De lo pragmático a lo programático, cómo redefinir el qué hacer de la izquierda


VOCERIA PRESIDENTE GABRIEL BORIC
VOCERIA PRESIDENTE GABRIEL BORIC MARIO TELLEZ / LA TERCERA


“Otra cosa es con guitarra” es un dicho usado para reflejar los giros del gobierno, el cual entró en la historia política a propósito de una guitarra de regalo que el exministro Juan José Ossa le dejó a Gabriel Boric cuando ingresó por primera vez a La Moneda, con una nota escrita que alude al conocido adagio. Ocho meses después, en un programa de Canal 13 en donde se analizaban los primeros ocho meses de gobierno y la visita a Temucuicui, el Presidente expresó “[…] Fue una responsabilidad de todo el gobierno, nos dimos cuenta de que es otra cosa con guitarra”.

Desde entonces, el gobierno cambió hacia un enfoque pragmático, capaz de desatarlo de compromisos con ideales que se ven bien en el pentagrama, pero que poco o nada ayudan a sacar sonidos a los instrumentos que conforman el Estado.

Así, el gobierno ha recibido varias lecciones de humildad política y de correcta administración, que le han permitido flotar y -a veces- navegar, ante los difíciles desafíos que plantean las nuevas formas de la política del siglo XXI.

Eso explica que tempranamente el Presidente Boric haya buscado la reconciliación generacional, en aras de conformar una alianza de gobierno más amplia; que asumiera que la irrupción de la seguridad no es un capricho de sus opositores, lo que lo llevó a flexibilizar el “criterio Tohá” con el general Yáñez; y que el crecimiento y la inversión son preocupaciones de primer orden, lo que implica negociar y -a veces- renunciar ante los antes vilipendiados actores económicos.

Sin embargo, este pragmatismo corre el riesgo de terminar siendo una especie de oportunismo frívolo, si es que no se incorpora como enseñanzas políticas que guíen la discusión programática de la izquierda. Es decir, se debe pasar de las clases de guitarra por correspondencia, a un plan realista para lograr tocar las mejores canciones ante un público que pide los hits del ayer, pero también repertorios nuevos.

Esto pasa por una reflexión política que es difícil dar cuando se está gobernando, pero que es ineludible para enfrentar las próximas elecciones, so riesgo de que el sector se vea como un intérprete menos experimentado de las canciones que pide la ciudadanía, comparándose con la derecha.

Así, a mi juicio, el progresismo debe incorporar la seguridad como la base de la vida digna y una precondición de los derechos sociales, pues sin ese bien jurídico es casi imposible ejercer derechos y libertades. Así, se debe superar la visión que la seguridad es patrimonio de la derecha, como herencia de la dictadura y mecanismo de protección de privilegios patronales, y resignificarla como una herramienta de protección de los sectores más vulnerables.

En este contexto los funerales narcos no son solo inaceptables intromisiones en el espacio público, que causan desorden y desgobierno, sino que también son formas de conculcar el derecho a la educación de los vecinos que no pueden ir a clases ni asistir a los centros de salud por temor a que les caiga una bala loca, solo para dar un ejemplo.

Otro punto que tiene que ser abordado de manera programática es el ritmo y las prioridades de las transformaciones sociales, en plazos electorales. Si bien tiene sentido la frase del Presidente Boric “vamos lento porque vamos lejos”, eso no puede quedar en una expresión de horizontes, sino que en un itinerario, con pasos coherentes, recursos políticos adecuados, existentes, y tiempos verosímiles.

En suma, el progresismo debe encontrar la forma de conjugar los verbos transformar y administrar, en uno solo, tomando las lecciones de este periodo.

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