Columna de Cristóbal Osorio: La posta de Piñera a Matthei

Evelyn Matthei
La posta de Piñera a Matthei. Javier Torres/Aton Chile

También debiese alejar lo más posible a su sector del pasado dictatorial y de un conservadurismo rancio, como hizo Piñera.



Cuando Sebastián Piñera asumió la Presidencia por primera vez, el 11 de marzo de 2010, prometió en su discurso “una nueva transición”, “joven”, “del futuro” que “apunta a construir un Chile desarrollado, sin pobreza, con verdadera igualdad de oportunidades y de progreso para todos sus hijos, cualquiera sea la condición de la cuna que los vio o los verá nacer”.

Casi 15 años después -y con el expresidente fallecido hace uno-, estas promesas de un sistema meritocrático y próspero no son más que una declaración de buenas intenciones. El país sigue siendo desigual -abundan los abusos- y la prosperidad está en un estado de stand by que se parece mucho al caso de una economía trunca.

Para ser justos, Piñera tuvo que enfrentar un terremoto y maremoto de gigantescas proporciones, un estallido social, una pandemia y una crisis migratoria, por lo que tuvo que desviar la mirada a lo urgente, postergando lo importante, ejerciendo el poder en el día a día.

Hoy, una ex compañera de andanzas -de la ya lejana “Patrulla Juvenil”, que buscaba refrescar a la derecha de su pasado dictatorial- es la mejor aspectada para ganar la Presidencia. Con eso, Evelyn Matthei se convertiría en la segunda persona de derecha en asumir el cargo desde el fin de la dictadura. Y así, las comparaciones serán inevitables.

Los tiempos han cambiado, y un discurso optimista, como el de Piñera de 2010, puede sonar extemporáneo y cándido. Pero Matthei puede, debe y le conviene recoger parte del legado de su antecesor. Debiese hablarle al país mirando el futuro, ofreciéndole una visión y un proyecto distinto a quejarse de los supuestos males de la izquierda. Esto, en un escenario internacional de incertidumbre que hace urgente conocer una carta de navegación razonable y suprapartidaria.

También debiese alejar lo más posible a su sector del pasado dictatorial y de un conservadurismo rancio, como hizo Piñera cuando habló de “cómplices pasivos” y apoyó el matrimonio igualitario. Esto significa desoír los cantos de sirena de la extrema derecha, que cantan un nacionalismo protofascista y un liberalismo al descampado, muy lejano a la sociedad meritocrática que soñó Piñera y la vieja Concertación. Matthei debiese hacer con la UDI lo que Piñera hizo con RN.

Otra enseñanza es evitar rodearse de gente que piensa igual porque fueron a los mismos colegios, universidades y trabajos. El primer gabinete de Piñera -bautizado como “gerencial” por el público, y como el de “los mejores” por él y un par de headhunters- fue un mal gabinete, donde la inexperiencia y los conflictos de intereses desdijeron la retórica meritocrática. Por suerte para Matthei, dos gobiernos de Piñera foguearon a sendas camadas de administradores públicos afines a sus ideas. Tiene de donde elegir. Solo le falta saber buscar.

Piñera pronunció su último discurso como Presidente en la víspera de dejar el poder en 2022, cuando repasó las dificultades que había enfrentado, y concluyó: “Los países no se construyen de un día para otro; cada generación, cada gobierno, construye sobre la obra de quienes lo antecedieron”. Que escuche Matthei, si quiere tener la chance de pararse al lado de Piñera.

Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional Universidad de Chile

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