Columna de Cristóbal Osorio: ¿Un nuevo país donde Kast es el moderado?

Johannes Kaiser
FOTO: DEDVI MISSENE


En el Congreso del Futuro el Presidente Gabriel Boric usó asiduamente la expresión de “levantar la mirada”, tanto metafóricamente, para invitar a una reflexión sobre “nuestros problemas inmediatos” y “los futuros posibles y deseables para el mundo”, como para reprender a la primera fila de asistentes -muchos de ellos sus colaboradores- por estar pegados al celular mientras él hablaba.

Boric buscaba alertar sobre los peligros de los “tiempos de la inmediatez” que hacen “difícil pensar” cuando se están revisando noticias o el Whatsapp, perjudicando la escucha de los interlocutores. Una crítica en la que el Mandatario se incluye, haciéndola, también, una autocrítica.

Así, la escena se convirtió en una alegoría perfecta de una elite que no levanta la mirada, mientras se advierten los más acuciantes problemas del presente y el futuro, con un líder molesto que reclama, finalmente, que no lo escuchan.

Al mismo tiempo, la Cadem de esta semana dio una noticia alarmante: por primera vez Johannes Kaiser llegó a los dos dígitos de las preferencias presidenciales (10%), sobrepasando a José Antonio Kast (9%).

La noticia impacta, pues cuando se creía que Kast -líder del Partido Republicano- era todo lo electoralmente viable de la derecha dura en un Chile post Pinochet, aparece Kaiser, escindido del partido de Kast, a través el Partido Nacional Libertario, ampliando el espectro hacia un aún más estridente extremo.

De tal modo, en Chile emerge un discurso virulento, intolerante cristiano, ultranacionalista y misógino (a juzgar por las ideas de Kaiser cuando era youtuber). De tal modo, Kaiser y sus ideas se han abierto paso ante la “moderación” de los republicanos en busca de ser competitivos en la presidencial, cediendo sus puestos -frente a un electorado popular, molesto y frustrado- por sostener una mentalidad tradicional de élite, anclada en un catolicismo decimonónico y a un credo neoliberal que el mismo Donald Trump -con sus medidas proteccionistas- está dejando abandonado en el siglo XX. Es decir, el extremo UDI de Kast -gremialista y neoliberal- no genera adherencia.

Así, Kaiser y no Kast, se está convirtiendo en el Bukele chileno, en el mejor amigo de Trump y la mejor fotocopia de Milei. Y eso es llamativo, en especial para aquellos que creían que Kast -devenido en un especie de nostálgico de la UDI de Jaime Guzmán- trazaba el límite de la derecha.

Así, mientras el Congreso del Futuro y su élite piensan en la manera en que el timón liberal puede hacer frente a las amenazas de la tecnología -e incluso- usarlas para ‘hacer un mundo mejor’, el orden global basado en esos valores estalla desde el suelo que pisamos, sin que esta élite parezca darse cuenta. Lo “woke” se acaba y todos están congelados.

Es cosa de ver a Donald Trump, quien antes de asumir pretende dejar como juego de niños la Doctrina Monroe, amenazando todo el Hemisferio Occidental al que pertenecemos, buscando expandir Estados Unidos hacia Canadá, Groenlandia y Panamá, y a la vez cerrando su país como una ostra, con lo que sus émulos -como Kaiser- tendrán campo fértil para prosperar en cada rincón. Una pesadilla de la ciencia ficción que no está en el programa del Congreso del Futuro ni -al parecer- en los whatsapp de los presentes.

Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, U. de Chile

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