Columna de Cristóbal Osorio: Zoom al proceso legislativo, qué dicen los números
Son tiempos de cuentas públicas. A principios de junio, lo hizo el Presidente y, en julio, lo realizará el Congreso. Sin embargo, la atención mediática es muy disímil. Mientras que el mandatario goza de cadena nacional y, por semanas, se habla de lo que dirá y dijo, en el caso de las corporaciones legislativas sus cuentas pasan bastante más desapercibidas.
Algo que podría ser anómalo dado que en el último tiempo se ha debilitado la figura presidencial y el Congreso ha ido convirtiéndose en un eje de poder más relevante, pues son más las normas de iniciativa parlamentaria de alto impacto que terminan en el Diario Oficial, como pasó con los retiros de las AFP, las 40 horas o la ley Naín-Retamal.
Es así que es indispensable analizar las últimas cinco cuentas públicas parlamentarias, desde lo más básico: las estadísticas.
Lo primero que llama la atención es que el Senado elabora un discurso más bien ‘cualitativo’, sin mayores datos comparables. En cambio, la Cámara ofrece datos concretos. Por eso es posible extraer de sus reportes algunas realidades sobre el devenir del proceso legislativo en las comisiones permanentes y especiales investigadoras.
Tal vez no sea sorpresivo, pero la mayor cantidad de visitas a la Cámara corresponde a figuras del Ejecutivo (2.216 visitas en la última cuenta disponible de 2022-23). La labor colegisladora del gobierno y la función fiscalizadora de la Cámara parecen justificarlo, pero en el periodo 2018–2023 existe un promedio de un 67% de oficios de fiscalización sin respuesta, es decir, un león sin dientes.
Asimismo, llama la atención que las visitas del ejecutivo crezcan desde la llegada del Presiente Gabriel Boric. Para su periodo, el gobierno registra un 44,4% promedio del total de visitas a la Cámara, lo que es significativamente mayor a los periodos 2019-20 (con solo 20,9%) y 2020-21 (30,2%). Así, el Presidente estaría asediado de un control o el ejecutivo se tomó de facto el parlamento.
En el otro lado de la ecuación están las visitas de la sociedad civil. Mientras que en la última cuenta disponible (2022-23) se registraron 1.341 visitas de ciudadanos y en la penúltima (2021-22) 1.061, esos números son significativamente menores respecto de las tres cuentas anteriores, en una relación de 1:3. El récord fue para la cuenta de 2019-20, en la que asistieron 3.048 representantes de la sociedad civil, lo que representó el 62,1% de las visitas a la Cámara.
Las cuentas 2018-19, 2019-20 y 2020-21 estuvieron marcadas por el estallido social y la pandemia. Sin embargo, eso que en su momento se entendió como una apertura saludable a la realidad social, no se mantuvo una vez que pasaron las crisis. Tal vez la explicación esté en que la atención ciudadana pasó pasajeramente a los procesos constituyentes, algo que sabremos con los nuevos datos de la próxima cuenta.
Hay otros datos llamativos. Primero, las universidades (216 visitas y un 4,4% del total de visitas) y funcionarios de la Biblioteca del Congreso (27 visitas - 0,5% del total de visitas) muestran una escasa incidencia técnica en el proceso legislativo. Segundo, las escasas visitas de alcaldes y concejales (192 visitas - 3,9% del total) acreditarían un proceso legislativo alejado de la realidad territorial o parlamentarios con ganas alejarse de eventuales competidores. Y tercero, los bajos números de los centros de estudio (41 visitas - 0,8% del total de visitas) permiten pensar que es un mito su alta influencia o que esta se desarrolla en zona gris que no se contabiliza.
Si es que el Congreso quiere ser más que un buzón de proyectos legislativos del gobierno, estos números deberían moverse en las próximas cuentas públicas y ser examinados por los actores que buscarán dibujar un nuevo sistema político.
Por Cristóbal Osorio, abogado.
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