Columna de Daniel Rodríguez: Liceos Bicentenario y evidencia
Para cumplir con la Ley de Presupuestos, el Ministerio de Educación ha anunciado la apertura de una nueva convocatoria para entregar el sello Bicentenario a 80 nuevos liceos. Esta es una buena noticia que contrasta con la intención original de descontinuar este programa. Durante su alocución en el Congreso, el ministro declaró que su intención era “hacer política en serio”, en base a “evidencia” y no en base a “eslóganes, y que por ello se habían encargado dos estudios para conocer el impacto de los Liceos Bicentenario.
Importantes y poderosas palabras de la autoridad. Y uno no puede sino estar de acuerdo con que la evidencia debiera ser una guía, un referente de primer orden a la hora de evaluar el uso de recursos y políticas públicas. Sin embargo, lo que preocupa es que el ministro Ávila parece no aplicar el mismo criterio a las políticas que le gustan y a las que no.
Por ejemplo, el destacado académico Francisco Gallego hizo saber a la opinión pública que una de las puntas de lanza de la recuperación educativa, el programa “Habilidades para la vida”, fue objeto de una evaluación de impacto de alto estándar y no mostró resultado alguno. No hemos sabido de comentarios del ministro en la línea del “rigor” que se aplicará a los Bicentenario.
Algo similar ocurre con el Simce. El Ministerio quiso suspender su aplicación el año pasado y ahora busca reducir nuevamente el calendario de evaluaciones. ¿Hay estudios que demuestren, con evidencia científica nacional, que lo más conveniente para Chile es eliminar evaluaciones censales? En ambos casos, no hemos sabido de la rigurosa evidencia que el ministro argumenta tener bajo la manga para hacer “política en serio”.
Lo que ya resulta al borde de lo absurdo ocurre con infraestructura escolar. El ministro anunció a mediados del año pasado y con mucho énfasis la elaboración de un catastro de infraestructura, justamente para tener evidencia rigurosa para saber dónde se encuentran las necesidades más urgentes, para priorizar los recursos. Pero nuevamente: el catastro todavía no se licita (ya lleva más de un año de atraso) y se invierte en infraestructura igual, sin respetar el alto estándar de evidencia que el ministro considera necesario para hacer políticas públicas.
Uno podría seguir con casos más duros: hay evidencia científica de alto estándar que muestra que el Sistema de Admisión Escolar no ha reducido la segregación escolar. No hay estudios que demuestren que la prohibición del lucro y del copago hayan tenido efecto positivo alguno en nuestro sistema. Pero en estos casos, nuevamente, el admirable criterio ministerial de hacer política “en serio” y en base a evidencia no parece aplicarse.
Ojalá los estudios que evaluarán los Liceos Bicentenario entreguen luces sobre cómo mejorar esta política. Pero también esperemos que se encarguen pronto otros estudios, de igual seriedad y rigor metodológico, pero que esta vez apunten a políticas que el actual Gobierno prefiere no cuestionar.
Por Daniel Rodríguez, director ejecutivo Acción Educar