Columna de Damián Trivelli: Mejor perder con el Socialismo Democrático

La Moneda (aton)
(Imagen referencial / Aton)


A escasos meses de una eventual primaria presidencial y a solo 11 de la elección general, el oficialismo, en toda su amplitud, enfrenta un escenario inédito en el sector: no cuenta con ningún candidato o candidata que sea competitivo según las encuestas. Esto contrasta con la realidad de la derecha, cuyos liderazgos están bien posicionados, sumado a que la democracia pendular (donde los gobiernos suelen ser incapaces de transferir el poder a alguien de su propio sector) fortalece la conclusión de que el próximo triunfo será opositor.

Este contexto ha llevado a que figuras destacadas y mejor posicionadas en los sondeos, como la expresidenta Michelle Bachelet y el alcalde Tomás Vodanovic, hayan descartado una eventual candidatura.

Este escenario guarda similitudes con la elección presidencial de 2009. En ese entonces, pese a la altísima aprobación —cercana al 80%— de la entonces Presidenta Michelle Bachelet, el candidato opositor Sebastián Piñera lideraba cómodamente las encuestas. En aquel contexto, se instaló en amplios sectores progresistas de la Concertación un mantra: “Mejor perder con un DC”.

¿Qué significaba esta expresión?

Revelaba una estrategia de fondo, el intento de parte del PS y el PPD de permitir que el costo de una previsible derrota recayera sobre la candidatura de Eduardo Frei, evitando que su sector asumiera el desgaste que era propio del fin del ciclo de la Concertación. Cuando la derrota parece inevitable, la prioridad para algunos sectores es preservar sus posiciones estratégicas de cara a su futuro político. En otras palabras, si el golpe es ineludible, es preferible que lo asuma una figura más centrista o moderada de la coalición. Esto permite que el ala progresista se mantenga relativamente indemne, conservando la legitimidad para retomar el liderazgo en el próximo ciclo electoral.

La historia tiende a repetirse. En un contexto donde la gestión es la principal crítica al gobierno del Presidente Gabriel Boric y al Frente Amplio en su conjunto, una estrategia de salvaguarda es crucial. Si el oficialismo decide llevar un candidato único, lo más conveniente para la supervivencia de su ala más de izquierda es que esa figura provenga del Socialismo Democrático. Esta eventual candidatura única, sobre todo si viene de la administración actual como lo sería la de la ministra del Interior, estará obligada a cargar con todas las críticas al gobierno y absorber el principal impacto de una derrota. De esta manera, se preserva la posibilidad de que, en la elección de 2030, quien vuelva al ruedo sea el propio Presidente Boric o alguien de su misma línea política, fortalecido tras un periodo de reflexión, autocrítica y preparación.

Por su parte, el Socialismo Democrático deberá definir si quiere ser la candidatura del oficialismo o si irá con una candidatura de centroizquierda. Esto último le permitiría poder diferenciarse por contraste con el FA y el PC para así apuntalar la lista parlamentaria de cara al próximo período, donde probablemente serán nuevamente oposición y desde ahí poner en valor a su sector político.

Sea cual sea la decisión, su impacto definirá el peso político del sector en el mediano y largo plazo. Por tanto, lo que hay que planificar es la forma en que se quiere perder. Porque muchas veces, perder estratégicamente es una forma de planificar la victoria futura, sobre todo en un país donde los ciclos de alternancia son inevitables.

Por Damián Trivelli, socio director de EK

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