Columna de Daniel Zovatto: Continuidad en el poder: Las prioridades del nuevo mandato de Abinader

El presidente de República Dominicana y candidato del Partido Revolucionario Moderno, Luis Abinader, vota el día de las elecciones en Santo Domingo, el 19 de mayo de 2024. Foto: Reuters


Por Daniel Zovatto, Global Fellow, Wilson Center, Latin American Programme.

El pasado domingo 19 de mayo, los dominicanos acudieron a las urnas para elegir al binomio presidencial, renovar completamente el Senado y la Cámara de Diputados, y seleccionar a los diputados del Parlamento Centroamericano. La jornada electoral se desarrolló en un ambiente de normalidad y transparencia, gracias al comportamiento cívico de la ciudadanía, las organizaciones políticas y la excelente labor de la Junta Central Electoral. Las diversas misiones de observación electoral, tanto internacionales como nacionales, elogiaron el proceso expresando que el mismo ha contribuido al fortalecimiento de la democracia electoral en el país.

Sin embargo, un aspecto crítico de estas elecciones fue la alta tasa de abstención, que alcanzó el 45,63% y un elevadísimo 82% en el voto en el exterior, marcando el nivel más alto de abstención en comicios presidenciales en la historia democrática del país. Este fenómeno representa un serio desafío que exige una respuesta urgente y rigurosa.

La reelección: una tradición

Los dominicanos tienden a reelegir a sus presidentes, a menos que enfrenten crisis severas que cuestionen su legitimidad. Desde 1996, con la sola excepción del expresidente Hipólito Mejía, quien no logró reelegirse en el 2004, los últimos mandatarios que buscaron continuar en el poder lo consiguieron en la primera vuelta: Leonel Fernández en 2008 y Danilo Medina en 2016.

Este patrón se confirmó el último domingo, cuando el presidente Luis Abinader, candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), fue reelegido en primera vuelta con el 57,4% de los votos, como lo anticipaban las encuestas. Su partido también aseguró mayorías cómodas en el Senado (29 de las 32 bancas) y en la Cámara de Diputados (alrededor de 140 de las 190 en disputa). Los principales rivales presidenciales fueron el expresidente Leonel Fernández, de la Fuerza del Pueblo (FP), quien con el 28,8% de los votos se ubicó segundo, y Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que quedó tercero, con el 10,3%.

Si las elecciones de 2020 marcaron una alternancia después de 16 años de gobiernos del PLD, las de este año consolidaron al PRM como el nuevo partido dominante.

Además de Abinader, otros ganadores de estas elecciones fueron el expresidente Leonel Fernández y su nuevo partido (FP), que se consolidó como la principal fuerza de oposición, y su hijo, Omar Fernández, quien obtuvo la codiciada banca del Senado por el distrito nacional.

El presidente de República Dominicana y candidato del Partido Revolucionario Moderno, Luis Abinader, vota el día de las elecciones en Santo Domingo, el 19 de mayo de 2024. Foto: Reuters

El mensaje de castigo enviado por las urnas es claro: los tres partidos que gobernaron durante las últimas cinco décadas -PRSC, PRD y PLD- apenas lograron el 11,71% de los votos combinados. Otro dato preocupante es el escaso nivel de apoyo electoral que obtuvieron la gran mayoría de los partidos políticos actualmente registrados: 26 de los 34 no alcanzaron ni el 1% de los votos.

De cara a las elecciones presidenciales de 2028, se vislumbra la necesidad de una fuerte renovación del liderazgo político. La mayoría de las fuerzas políticas se enfrentan a una encrucijada: renovarse o extinguirse.

Factores de éxito de Abinader

El presidente Abinader llegó a estas elecciones gozando de una alta popularidad, cercana al 70%, impulsado por el éxito obtenido en las elecciones municipales de febrero y respaldado por una amplia coalición de 22 partidos (de un total de 34 registrados) que le aportaron el 9,01% de los votos permitiéndole ganar en primera vuelta. Además, se benefició de enfrentar a una oposición débil y fragmentada.

Cinco factores principales explican su sólido apoyo popular y su éxito en las urnas el pasado domingo: Primero, un firme liderazgo a nivel nacional, con un partido unido y alineado detrás de su candidatura. Segundo, estabilidad macroeconómica, con un crecimiento económico significativo (4,5%), el más alto de la región, una inflación moderada y una moneda que se mantuvo dentro del rango esperado. El alto costo de la vida -un tema sobre el cual insistió con fuerza la oposición- no logró impedir la reelección del mandatario. Tercero, una política exterior enfocada en la defensa del país ante el desafío haitiano, que para algunos analistas rozó el excesivo nacionalismo y llevó a deportaciones masivas. Cuarto, la lucha contra la corrupción y la impunidad, que resultó en el inicio de varios juicios contra familiares y exfuncionarios del gobierno del expresidente Medina. Y, quinto, una considerable expansión de los programas de asistencia social y del empleo público; programas que la oposición considera como de neto corte clientelar.

Desafíos para los próximos cuatro años

Una de las grandes interrogantes es cómo utilizará Abinader su renovado capital político para establecer las prioridades que definirán su legado. Ya ha mencionado dos: La primera, en la noche de su victoria, fue el anuncio de que este será su último período. La segunda, a pesar de contar con una amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso, su compromiso de buscar diálogo con las principales fuerzas políticas de oposición, en el seno del Consejo Económico Social, para alcanzar un consenso con el objetivo firmar un pacto nacional que permita abordar los problemas más acuciantes del país, especialmente en las reformas fiscal integral, eléctrica y laboral. Y, en seguimiento a su promesa, el pasado jueves Abinader se reunió con Abel Martínez (PLD) y a inicios del mes de junio lo hará con Leonel Fernández (FP).

Haitianos intentan cruzar de República Dominicana hacia Haití, luego de que el presidente dominicano Luis Abinader anunciara un inminente cierre total de la frontera en medio de un conflicto por la construcción de un canal de un río compartido, en Juana Méndez, Haití, el 14 de septiembre de 2023. Foto: Reuters

Durante su segundo y último mandato, que generalmente presenta mayores desafíos, Abinader deberá revitalizar su gobierno, enfocándose en una serie de prioridades clave. Entre ellas, se destaca la reforma constitucional para impedir la reelección consecutiva más allá de un período, garantizar la plena independencia del Poder Judicial y del Ministerio Público, e implementar cambios significativos en la ley electoral y de partidos. Asimismo, será crucial mantener un alto nivel de crecimiento económico y transformarlo en desarrollo sostenible, generar empleo formal, reducir los niveles de pobreza y desigualdad, mejorar la calidad de los servicios públicos, especialmente en educación y salud, y profundizar la lucha contra la corrupción, la impunidad, la delincuencia y el crimen organizado.

Todas estas reformas deben orientarse hacia el fortalecimiento de la institucionalidad, la erradicación del caudillismo, la mejora de la calidad democrática y la garantía de seguridad jurídica, con el objetivo de generar confianza y atraer significativos flujos de inversión extranjera. En el ámbito de la política exterior, Haití continuará siendo una prioridad.

Reflexión final

El contundente triunfo de Abinader desafía varias de las tendencias actuales del super ciclo electoral latinoamericano: el voto de castigo hacia los gobiernos en funciones, la necesidad de una segunda vuelta electoral para elegir presidente, mandatarios sin mayorías propias en el Congreso, presidentes que no consiguen la reelección y una polarización tóxica.

Las tres propuestas que encabezaron la votación el pasado domingo pertenecían al espectro de centro. Por su parte, la izquierda recibió un apoyo débil, mientras que el candidato antipolítica del partido trujillista, Roque Espaillat, conocido como “El Cobrador” del Partido Esperanza Democrática, ocupó el cuarto lugar con apenas el 1,40% de los votos. Una vez más, la singularidad de la situación dominicana se hizo evidente.