Columna de Daniela Lagos: The Gilded Age: de vuelta a la receta
Con esta tensión al centro de la historia, la mesa está servida para que Julian Fellowes (Downton Abbey) entregue todo lo que ya sabe hacer tan bien: ambientaciones históricas impecables, romances, chismes, historias de socialités y de quienes los atienden, personajes con secretos que ocultar, dramas en medio de grandes fiestas y banquetes.
Cuando la serie Downton Abbey llegó a su fin, en todo el mundo quedaron corazones rotos y fans a la espera de lo próximo que escribiría su creador, Julian Fellowes. En marzo de 2020 llegó la respuesta: Un juego de caballeros, serie estrenada en Netflix que combinaba la especialidad de la casa (historia de época, comentario sobre la organización de las clases sociales) mientras se arriesgaba al sumarle un poco de deporte e historia, contando cómo fueron los inicios del fútbol en Inglaterra.
A diferencia de su antecesor, este drama pasó por el mundo de las series sin causar revuelo alguno. Se estrenó, tuvo algunos buenos comentarios, algunas personas la vieron y terminó. Seguramente no fue el resultado que se esperaba.
Dos años después de ese debut, Fellowes ha regresado y esta vez lo hace sin riesgos, sino que siguiendo la receta Abbey casi al pie de la letra. Y se puede apostar que tendrá su premio: un nuevo éxito.
The Gilded Age (La edad dorada) es el título de la nueva producción, estrenada en HBO y HBO Max. Ambientada en la década de 1880, tiene como protagonistas a dos familias enfrentadas, personal y geográficamente, en una elegante esquina de la ciudad de Nueva York.
En un lado están las hermanas Brook (Christine Baranski y Cynthia Nixon), socialités de gran influencia, que deben recibir en su casa a la hija de su hermano fallecido (interpretada por la hija de Meryl Streep, Louisa Jacobson).
Al mismo tiempo que esto ocurre, en la casa del frente sucede algo que a la conservadora hermana mayor no le gusta nada: la familia Russell llega a vivir a una gran mansión. No tienen historia en la ciudad, no vienen de generaciones de alta sociedad, sino que son unos nuevos ricos, que se hicieron (muy) millonarios en la creciente industria ferroviaria. La madre de familia (Carrie Coon) está determinada a ser aceptada entre sus nuevos pares, y su vecina de enfrente ha resuelto que esto es inadmisible.
Con esta tensión al centro de la historia, la mesa está servida para que Fellowes entregue todo lo que ya sabe hacer tan bien: ambientaciones históricas impecables, romances, chismes, historias de socialités y de quienes los atienden, personajes con secretos que ocultar, dramas en medio de grandes fiestas y banquetes. Una gran teleserie de época que introduce algunos elementos nuevos al cruzar el Atlántico: comentarios sobre la tensión racial, un cambio de acento y pasar del campo a la gran ciudad.
Sin duda no es una serie que reinvente la rueda, sino que sigue la fórmula y lo hace bien, entregando un drama satisfactorio para quien busque diversión inocua y salir de la realidad para viajar en el tiempo y el espacio a los chismes del Nueva York de antaño.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.