Columna de David Fernández: “Sin colaboración no hay éxito”
"La clave del éxito no está en competir, sino en poner en valor lo aprendido, en potenciar nuevos conocimientos y sembrar el chip del impacto positivo trabajando en equipo, formando futuras generaciones con más habilidades blandas conscientes de la importancia del triple impacto"
Insertos en un mundo post pandemia, nos encontramos en pleno periodo de adaptación, acomodándonos a la llamada nueva realidad, donde uno de los focos de preocupación de la ciudadanía es atender necesidades del ámbito social, económico y de gobernanza. En ese sentido, las empresas y el mundo del emprendimiento no viven separadas de su entorno, por lo que es vital que, para enfrentar los grandes desafíos actuales, tratemos de buscar sinergias y crear valor en conjunto para poder avanzar hacia un mejor futuro.
Las regiones de Chile viven esta misma realidad y, sin duda, requieren apoyos para fomentar el desarrollo y maduración de talentos locales. A modo de ejemplo, desde el Biobío hace poco nos reunimos decenas de organizaciones y actores del ecosistema en la semana del emprendimiento Made Inn Conce para justamente enriquecer a las startups del territorio, pero también para celebrar el hecho de que nos estamos convirtiendo en un polo de innovación desde el fin del mundo, y lejos de las comodidades que brinda una ciudad capital.
Con todo, la instancia sirvió para integrar a diversos emprendedores de alto impacto, ayudándolos con la entrega de herramientas y conocimientos para la gestión y visibilidad de sus negocios. En ese sentido, se demostró con hechos el auge que vivimos en este ámbito en el sur de Chile, donde han surgido casos de éxito de primer nivel, con startups y scaleups de alto impacto.
En ese sentido, el intercambio de conocimiento en torno al acceso al capital, procesos de internacionalización, buenas prácticas y desarrollo de estrategias de gestión para visibilizar emprendimientos, entre otros, dejó en evidencia que el activismo más grande y poderoso para la innovación es el que invita a avanzar hacia una formación integral, el fortalecimiento de nuestras redes de apoyo y la búsqueda de nuevas oportunidades de relacionamiento pues, como organización articuladora del mundo del emprendimiento, hemos visto de primera mano que dicho intercambio no solo tiene un efecto multiplicador positivo, sino que genera una energía que contagia e inspira a seguir inyectando valor e impacto positivo a la red.
Además, en una era con el potencial de reformular las buenas prácticas empresariales, emociona y llama a no ser un simple testigo de dicha evolución, sino que a participar activamente del movimiento como “ecosystem builder”. Estas experiencias demuestran el compromiso y esfuerzo latente que existe en la región que -con un ritmo acelerado- se está transformando en referente en materia de innovación en el sur del mundo. Y desde luego, instancias de reunión son indispensables para potenciar a las startups y scaleups, impulsándolas a que sigan su curso ascendente de desarrollo. Esto significa compartir lo aprendido desde la humildad -éxitos y fracasos por igual-, junto con las experiencias y visiones de actores ya consolidados para traspasarlo a las nuevas generaciones.
Ese punto es fundamental, pues la clave del éxito no está en competir, sino en poner en valor lo aprendido, en potenciar nuevos conocimientos y sembrar el chip del impacto positivo trabajando en equipo, formando futuras generaciones con más habilidades blandas conscientes de la importancia del triple impacto. Con miras hacia el futuro, es fundamental que propiciemos oportunidades como la que vivimos hace poco en Concepción, donde juntos -emprendedores, mentores y entidades público-privadas- sigamos moviendo la aguja para crear un ecosistema de emprendimiento que no conoce límites.
* El autor es gerente de Endeavor Biobío.
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