Columna de Diego Ibánez: Nuestras ideas, una respuesta a Daniel Matamala



El domingo, el destacado columnista Daniel Matamala afirmó que el Frente Amplio “no sabe en qué cree”, o algo que es peor: “dejó de creer en sus ideas”. Contra lo habitual de sus agudos análisis, el autor confunde -sorprendentemente- la convicción política de un partido con los logros materiales del gobierno, omitiendo inexcusablemente los elementos del terreno institucional donde las ideas se debaten, a saber; la hiperfragmentación de los partidos políticos y la minoría oficialista que existe allí donde se votan las leyes de la República.

Frente a lo primero, y a contrapelo de lo que ocurría en la última década, la razón por la que el Frente Amplio se unificó voluntariamente en un solo partido fue justamente para contar con una herramienta legal que le permita empujar con más fuerza sus ideas en la sociedad, enfrentando la atomización política que impide llegar a acuerdos virtuosos para la ciudadanía. “Es la primera vez que en Chile hay una fusión voluntaria de partidos” repetían altos personeros del oficialismo.

Sobre el contenido de las ideas, “gastadas e irreconocibles hoy”, es sorpresivo que el autor desconozca nuestro quehacer en el pedregoso campo institucional. Mencionaré dos ejemplos.

El fin al CAE y el nuevo sistema de financiamiento de la Educación Superior se logró legislar gracias al protocolo de acuerdo contenido en el Presupuesto 2024, impulsado por nuestras diputadas Rojas y Schneider, en conjunto con nuestros liderazgos frenteamplistas presentes en las organizaciones estudiantiles, pese al bloqueo, incluso de sectores del propio oficialismo. La “duda” sobre el fin al CAE, propuesta por el autor, es absolutamente falsa y no se condice con la porfía documentada ampliamente en prensa y en la historia de la ley.

Revisemos el caso de la reforma de pensiones. ¿Hay un ejemplo más patente de bloqueo legislativo y presión por parte de los poderes fácticos? En el mismo Congreso, junto al senador Latorre, los diputados Giordano, Yeomans y quien escribe, defendimos durante dos años la separación de la industria y el fin de las AFP, como consta en la votación en particular de la Comisión de Trabajo, y también en la histórica votación de la sala de la Cámara de Diputados, el 24 de enero de 2024. Esas propuestas no tuvieron mayoría, cuestión que lejos de renunciar a idea alguna, es un hecho matemático allí donde tenemos un escaño senatorial de un total de 50.

Bajo la tesis del autor, defender consecuentemente nuestras ideas equivaldría a rechazar la reforma de pensiones en su totalidad. Entre aumentar 100 mil pesos la pensión a una mujer que cotizó 10 años, o quedarnos sin absolutamente nada, con convicción el Frente Amplio prefirió lo primero. Eso no es renunciar, es tener responsabilidad de Estado con un pueblo que ha sido víctima sistemática de los abusos. Interpretar que inauguramos un “nuevo estilo de baile” por el “Sí+AFP”, es una caricatura que no merece mayor reflexión. Es más, la batalla por el fin de las AFP seguirá abierta, pese a conseguir la existencia de un seguro social y el retorno de la cotización a cargo del empleador.

Y eso nos lleva a otro punto central. Las autoridades del Frente Amplio en el ejecutivo se han caracterizado por el permanente diálogo social, respetando la autonomía de las organizaciones, pero incorporándolas al debate político. Eso es lo que permite que se pueda decir con fuerza que en las prioridades de las cuidadoras está el tiempo, el alivio y no solo un subsidio. Esos diálogos permitieron que la ministra Toro lograra aprobar el proyecto de ley Chile Cuida, propuesta que ya venía en el programa de Beatriz Sánchez. O que contra poderosos intereses de Sonapesca, el ministro Grau siga adelante con la Ley de Fraccionamiento Pesquero, apoyado con fuerza por los pescadores artesanales. O que con organizaciones de madres, la ministra Orellana sacara sin votos en contra la “Ley Papito Corazón”. No son “promesas frenteamplistas”, son avances materiales extirpados de una selva parlamentaria donde la regla general es vociferar sin evidencia empírica.

A diferencia de lo que señala Matamala, somos un partido que sí sabe en lo que cree, incluso después de las derrotas de las izquierdas. Posterior al fracaso de la primera propuesta constituyente, nos la jugamos por un segundo proceso para superar la constitución neoliberal de Pinochet. Creamos bases institucionales, llamamos a elecciones generales y apostamos por una lista única de todo el progresismo, poniendo por delante las ideas, antes que los cálculos personales. No todos los partidos progresistas tomaron la decisión con la madurez adecuada y, por ello, no logramos el quórum para aprobar una nueva carta que sea representativa del pueblo chileno. Los resultados están a la vista, no por nuestra falta de convicción ideológica.

La nueva época es muy distinta a la que vivimos en 2006 y en 2011: dos procesos constituyentes, crisis migratoria heredada, inflación y recesión post pandemia, crimen organizado y conflictos geopolíticos inéditos. Pese a todo, avanzamos en las 40 horas, en el royalty a la gran minería, el copago 0 en salud, el mayor aumento del sueldo mínimo en 25 años y en una economía que creció por sobre lo presupuestado. Por cierto que las cosas se pueden hacer mejor y debemos ser siempre autocríticos para mejorar el quehacer político, pero omitir el rechazo a la reforma tributaria por parte de la derecha, mientras se afirma que ha sido un “gobierno errático e incompetente”, es de una audacia inverosímil.

Confundir dificultades con derrota es más una operación editorial que un análisis honesto del momento político para Chile o para cualquier democracia en el mundo. Que el Frente Amplio sea capaz de reunir a cientos de militantes durante el mismo fin de semana en que el autor escribe la columna, con el fin de ajustar el programa al nuevo ciclo político, analizar las cartas presidenciales y afinar su estrategia, es justamente lo contrario al “vaciamiento político” que el columnista imputa. Hoy proponemos una lista única parlamentaria y una única primaria presidencial, donde participaremos con candidato propio para defender lo logrado y seguir avanzando en defender nuestras ideas de libertad, justicia y solidaridad.

Hoy lo que está en discusión no es el pasado, sino el futuro de una alternativa transformadora, joven y con responsabilidad de Estado.

Por Diego Ibáñez, diputado del Frente Amplio.

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