Columna de Eduardo Alemán y Adrián Albala: Preservar la libertad de formar pactos electorales

Pleno de la Comisión Experta
Pleno de la Comisión Experta.


En las últimas semanas ha resurgido el debate sobre cómo reducir la fragmentación partidaria. Con el fin de disminuir el número de partidos en el Congreso, la Comisión Experta ha propuesto introducir en la nueva constitución un umbral de representación, el cual dejaría afuera del parlamento a aquellos partidos que no alcancen 5% de los votos a nivel nacional. Ahora, un grupo de seis comisionados ha propuesto sumar una enmienda que prohíbe los pactos electorales. Esta propuesta, con la que discrepamos, también ha sido defendida por prestigiosos académicos y políticos como Jorge Correa Sutil, Ignacio Walker, y Patricio Zapata.

Está claro que en los sistemas presidenciales los gobiernos funcionan mejor cuando los presidentes tienen un apoyo sustancial en el parlamento. En países con muchos partidos políticos, como es el caso de Chile desde hace más de 100 años, los presidentes raramente obtienen una mayoría partidaria en el Congreso. Por ende, construir una coalición de gobierno es fundamental. Los pactos electorales facilitan la formación de gobiernos de coalición. Algunos consideran a este tipo de pactos como “una rareza”. Esto no es así. En las últimas cuatro décadas ha habido 34 presidentes Latinoamericanos electos como candidatos de pactos electorales que luego se transformaron en gobiernos de coalición.

Es verdad que las coaliciones de gobierno pueden construirse sin pactos electorales, como señala Jorge Correa Sutil. Pero estos las hacen mucho más probables. De todos los gobiernos de coalición formados en Latinoamérica desde 1980, el 90% se basaron en pactos electorales. Es más, el 92% de estos gobiernos consiguieron mayoría legislativa en al menos una de las cámaras. Los gobiernos que se originan en acuerdos electorales tienen muchas más chances de conseguir una mayoría parlamentaria que otros (sean estos gobiernos de coalición o no).

Los pactos electorales no solo facilitan la gobernabilidad al incrementar la probabilidad de que el presidente obtenga un apoyo sustancial en el Congreso, sino que también estabilizan a la coalición de gobierno. Las coaliciones gubernamentales que provienen de acuerdos electorales tienden a ser más estables (casi el doble) que aquellas que no surgen de este tipo de acuerdo. Posiblemente, estas últimas se vuelvan más inestables si se prohíben los pactos electorales. Esto se debe a que los partidos en el gobierno tendrán incentivos electorales para diferenciarse entre sí a medida que se acerca la próxima elección, dificultando aún más el último año de gobierno del presidente.

Es cierto que algunas alianzas electorales pueden parecer cortoplacistas y heterogéneas. Pero aquellos pactos electorales con probabilidades de triunfar tienden a construirse sobre coincidencias ideológicas y a contener acuerdos de gobierno. De hecho, en sistemas presidenciales, los gobiernos de coalición que se forman ex post, luego de la elección, no son siempre identificables a priori ni se construyen sobre bases programáticas más solidas que aquellos que nacen de pactos electorales. Los gobiernos de coalición en sistemas presidenciales no funcionan como en los sistemas parlamentarios; el multipartidismo posiblemente converse mejor con el parlamentarismo, como señala Ignacio Walker. Pero dentro de los sistemas presidenciales, los gobiernos de coalición facilitan la gobernabilidad y creemos que aquellos surgidos de pactos electorales tienden a cumplir esta función mejor que otros.

Finalmente, queremos resaltar que existen varios mecanismos para tratar de reducir la fragmentación partidaria que no conllevan los problemas que surgirían de prohibir los pactos electorales. El más obvio y eficiente es reducir el número de bancas por distrito, lo cual se podría llevar a cabo dividiendo los distritos más grandes. Pero existen otros, como el umbral incluido en la propuesta de la Comisión Experta, o una fórmula matemática para distribuir bancas que premie a las listas que obtengan la pluralidad en el distrito. También se podrían establecer nuevos requerimientos para la inscripción de partidos políticos, de tal forma que solo aquellos con un apoyo relevante a nivel nacional puedan competir. Inclusive con sus desventajas, consideramos estos mecanismos superiores a la prohibición de los pactos electorales.

Por Eduardo Alemán (Universidad de Houston) y Adrián Albala (Universidad de Brasilia).