Columna de Elisa Walker: Reforma de pensiones con rostro de mujer
La semana pasada, tres destacadas expertas que representan a Chile Vamos en la mesa técnica de pensiones indicaron que “la preferencia absoluta de un grupo por una distribución 6-0 de la cotización conduce en la práctica a un 0-0, que es el peor de los mundos”.
Los acuerdos que sustentan un país con una mirada de largo plazo requieren de flexibilidad. La rigidez conduce a la paralización y la paralización castiga a las personas en Chile con menos recursos. Nunca hay que perder de vista que la política está al servicio de mejorar las vidas de las personas.
Sabemos que una de las piedras de tope de la negociación es la forma en que se distribuirá el 6% adicional de cotización. También sabemos que el gobierno ha pedido que un 1% de esa cotización sea destinado a implementar medidas que igualan la pensión de hombres con mujeres.
En este momento de la negociación, vale la pena revisar los fundamentos que explican la necesidad de destinar parte de la cotización adicional en favor de las mujeres. Ponerle rostro a las políticas públicas ayuda a conectarse con el fin antes señalado de mejorar las vidas de las personas.
¿Por qué destinar un 1% de la cotización a mejorar las pensiones de las mujeres? La razón es simple: porque las mujeres se ven fuertemente perjudicadas con un sistema de capitalización individual. ¿Por qué se genera dicho perjuicio? La capitalización individual se funda en la lógica de que la pensión que reciben las personas depende del esfuerzo personal de ahorro desarrollado durante la vida laboral, pero las mujeres enfrentan mayores dificultades en comparación con los hombres, lo que se refleja en menores pensiones. A modo de ejemplo, el INE señala que la brecha salarial en Chile implica que las mujeres tienen un 25,5% de menor sueldo que los hombres en trabajos de igual valor, por lo que incluso trabajando en labores similares y destinando la misma cantidad de tiempo, las mujeres ganan un menor sueldo. Asimismo, las mujeres tienen una mayor tasa de informalidad, la que muchas veces se explica por labores de cuidado, y esto implica que no paguen cotizaciones. A su vez, las mujeres también tienen mayores lagunas previsionales, las que nuevamente se explican por las labores de cuidado, ya que a veces dejan de trabajar por algunos años para dedicarse al cuidado de los niños. Finalmente, las mujeres viven más años que los hombres. Esto quiere decir que incluso si ellas cotizan la misma cantidad de dinero, por la misma cantidad de tiempo, su pensión será menor, puesto que los ahorros tendrán que ser distribuidos por más años.
Como sociedad hemos ido tomando conciencia de los obstáculos estructurales que enfrentan las mujeres para desarrollarse en la sociedad. Ahora que abrimos los ojos, tenemos que hacernos cargo de esta realidad. Destinar parte de la cotización adicional en favor de las pensiones de las mujeres representa un acto de justicia y sería muy valorable que esta iniciativa cuente con apoyo transversal de distintos actores políticos.
Por Elisa Walker, abogada