Columna de Ernesto Treviño: Avanzar gradualmente y a paso firme en educación parvularia
Chile tiene en sus manos la oportunidad histórica de avanzar en mejorar las oportunidades de educación y desarrollo de la infancia y, a su vez, facilitar la participación de las mujeres en el mercado laboral. La tramitación de los proyectos conocidos como Sala Cuna para Chile y de Modernización de la Oferta de Educación Parvularia abren la puerta para construir un futuro más promisorio para la infancia.
Ambos proyectos deberían avanzar en su trámite legislativo para convertirse en ley y, de esa forma, sentar bases más firmes para construir un sistema de educación parvularia de alta calidad.
En cuanto a los desafíos de la educación parvularia, como palanca para garantizar el derecho a la educación de la infancia y el derecho de las madres de familia a ingresar al mercado de trabajo, como Educación Inicial 2030 identificamos tres puntos a considerar en la discusión legislativa.
En primer lugar, el proyecto de modernización plantea un plazo de 10 años para la obtención de Reconocimiento Oficial (RO), y mandata un plan de cumplimiento para apoyar a jardines infantiles y salas cuna que reciban aportes públicos. En este sentido, sería adecuado revisar este plazo estudiando los requisitos del RO para las distintas modalidades y zonas geográficas, y previendo apoyo financiero para el cumplimiento del RO a través de una fórmula vinculada a indicadores de crecimiento económico o recaudación. De esta manera se podría garantizar el avance gradual en esta materia.
En segundo lugar, si bien el punto de partida de esta discusión legislativa dice relación con sincronizar el derecho de los niños y las niñas a la educación y el derecho de las madres a trabajar, es necesario hacer un diseño inteligente que salvaguarde las trayectorias educativas de los infantes, y garantice el derecho a la educación en niveles medios, una vez que termina el periodo postnatal. Esto, respondiendo a la realidad de que la demanda por Sala Cuna es del 17,6% de la población en esa edad, en los niveles medios corresponde al 46,6% y en los niveles de transición la cifra llega a 91,6% de la población en el rango de edad correspondiente.
En tercer lugar, el reconocimiento de los Programas Alternativos, con ajustes al RO para hacerlos pertinentes a estos programas, es un avance para ampliar las opciones de oferta educativa pertinente a los diferentes contextos, con calidad y equidad. Asimismo, en este proceso de fortalecimiento debería revisarse también la política de inclusión en educación parvularia para abarcar a todas las instituciones, lo que implica revisar el papel que debe jugar el sistema y también el rol de las escuelas de lenguaje.
La aprobación de los proyectos de ley representaría un avance sustantivo, y es importante avanzar sin maximalismos en ambas leyes. Esto sin perder de vista temas que deberán venir posteriormente, como lo son las diferencias estructurales en el financiamiento de los jardines infantiles Vía Transferencia de Fondos, donde el gasto por niño es menor en comparación con otras fuentes de oferta, y los cuales se están traspasando a los Servicios Locales de Educación Pública sin políticas ni herramientas de apoyo financiero y pedagógico.
Por Ernesto Treviño, Educación Inicial 2030 y profesor titular, Facultad de Educación UC
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