Columna de Eugenio Rivera: Constitución y futuro compartido
Por Eugenio Rivera, presidente Fundación para un desarrollo justo y sostenible
Convencionales sostienen que el proceso constituyente ha canalizado institucionalmente los graves conflictos. Los críticos ponen en cuestión la afirmación aduciendo que el clima de violencia persiste; como si la nueva Constitución (NC) -sin terminar aún su elaboración- fuera la solución automática de todos los problemas y no el primer paso para resolver la convergencia de múltiples crisis que configuran la situación más compleja que ha vivido el país en más de 100 años y crear un futuro compartido.
Confluyen en esta crisis orgánica la desigualdad, la dificultad de superar una sociedad estamental que ha persistido pese a los procesos de modernización y una crisis de legitimidad del sistema político e incluso de la idea misma de partido. Se sumaron a ello, el abuso cotidiano que viven amplios sectores de la población, los distintos fenómenos de colusión empresarial, connivencia entre el dinero y la política, la corrupción constatada en diversos ámbitos públicos como privados, la desaceleración de la economía y el estancamiento de la productividad que viene afectando desde hace más de una década al país.
Pero ha llovido sobre mojado. Las dificultades económicas se acentuaron con la pandemia, y como si ello fuera poco, se agregan la crisis climática, de la globalización producto del conflicto de EE.UU. y China, la invasión rusa de Ucrania y el consecuente aumento de precios de los alimentos y la energía. Asociado a lo anterior, el conflicto de La Araucanía crece en virulencia y la crisis migratoria no da descanso.
Todos estos fenómenos dejaron en evidencia que cambios cosméticos a la Constitución vigente o que los propios parlamentarios elaboraran un nuevo texto no eran capaces de resolver estos problemas.
No es realista esperar que la NC resolviera todos estos problemas, sí que mostrara un camino y lo ha hecho con creces. Más allá de grupos pequeños, la mayoría está debatiendo sobre la NC; ya no quedan personas que defiendan abiertamente la Constitución actual. Al reconocer la NC la demanda de paridad, de descentralización, la crisis climática y del sistema político, el abuso, la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo, la importancia de abordar la plurinacionalidad, la compra de tierras y su reasignación para enfrentar el conflicto de la Macrozona Sur queda en evidencia una visión más compartida de los problemas. Falta perfeccionar el texto y construir un acuerdo amplio para la transición; pero también que los sectores beneficiados con el actual orden constitucional hagan suyas las afirmaciones de Adam Kahane (especialista en procesos de paz): hay que partir de la idea de que vamos a tener que vivir juntos; esto lo entiende la gente que ha sido oprimida, no así los opresores, pues una de las características de estar en la cima es que puedes ignorar a todos los demás.
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