Columna de Fabián Pressacco: Reforma de pensiones en la medida de lo posible. Un triunfo del gobierno
Estamos en la etapa final de un largo y complejo proceso sobre la propuesta de reforma al sistema de pensiones. Asunto de larga data y con muy pocos resultados. Con dos comisiones presidenciales de por medio, las dos grandes modificaciones en los últimos 20 años son el pilar solidario de Bachelet I y la PGU del segundo gobierno de Piñera.
Es claro que el sistema de pensiones es una de las grandes asignaturas pendientes de un sistema político que ha tenido creciente dificultades para tomar decisiones que le “hinquen el diente” a problemas relevantes de la ciudadanía. Y sin lugar a duda, el de las pensiones es uno de ello. Los datos son dramáticos: la mitad de las mujeres reciben menos de 50 mil pesos y la tasa de reemplazo autofinanciada para las personas que se pensionaron entre 2015 y 2022 fue del 17%.
Por supuesto, se trata de un asunto con muchas aristas: el incremento de la esperanza de vida genera que cada vez vivimos más años. Y si bien la edad de jubilar está fijada en 60 y 65 años para hombres y mujeres respectivamente, no son pocos/as quienes lo pueden hacer y tienen que seguir trabajando porque las jubilaciones son muy bajas.
Queda para otro momento incluir en el debate la edad de jubilación, si el porcentaje de cotización es adecuado y debiéramos cotizar por el total del salario y no solo por el tope.
La reforma (la senadora Provoste señaló que no sería una reforma porque no afecta componentes estructurales del sistema) está lejos de lo que el gobierno de Boric propuso y de lo que le gustaría haber logrado: la eliminación de las AFP y avanzar más nítidamente en un modelo de seguridad social con más solidaridad.
Pero el horno no está para bollos. Y se señala, menospreciándola, que se trata de una reforma en la medida de lo posible recordando la famosa frase del expresidente Aylwin.
¿Pero podría ser de otra manera? Todas las decisiones políticas son siempre, en la medida de lo posible. La política es un espacio tensionado por las luces de la utopía y las restricciones políticas del presente derivadas de la correlación de fuerzas. Ningún gobierno puede comprometerse a todo evento, a sacar adelante, todas las promesas de su programa. Sí a ponerle prioridad e intentar tener mayorías para transformarlas en ley.
Pero no despliega su voluntad en un espacio vacío. Recuerdo un profesor que decía “no es que al gobierno le falte voluntad; hay otros actores que tienen voluntad para ir en sentido contrario”. Esas son las reglas básicas de la democracia y el pluralismo que le es esencial. Y en esto, hay que recordar, además, que el oficialismo no tiene mayoría en el Congreso y tiene entonces que negociar con una oposición que se apega a una modelo de sociedad que valora componentes importantes del esquema neoliberal que, además, están fuertemente arraigados en amplios sectores de la ciudadanía chilena. Agreguen a esto las debilidades del gobierno y el poder social y económico de los intereses que se verán afectados con esta reforma.
Por supuesto, nadie está obligado a avanzar en una dirección que no quiere; pero no hacerlo nos deja estancados en el mismo lugar.
La democracia implica negociar y negociar, y esto, significa ceder. Se podrá decir que el gobierno cedió mucho pero el riesgo era no lograr nada. Y queda poco tiempo para sacar adelante una reforma emblemática, aunque no sea la que se prometió en el programa.
El gobierno está logrando sacar adelante una reforma que muchos daban por muerta hasta hace pocos días atrás, con un gran trabajo de la ministra Jara y que va a mejorar significativamente las pensiones de millones de chilenos y chilenas.
Por Fabián Pressacco, Director Magíster Gobierno, Políticas Públicas y Territorio UAH
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