Columna de Felipe Balmaceda: Es hora de la educación escolar
La educación escolar está en crisis hace más de una década. Ella se intentó resolver por medio de transformar un sistema mixto con subvenciones generalizadas con copagos, selección, y lucro en uno donde la subvención es diferenciada -es mayor para grupos vulnerables-, los copagos, el lucro y la selección se prohíben. Se implementó el Sistema de Admisión Escolar, el cual asigna alumnos a colegios en forma centralizada basado en las preferencias de las familias y la disponibilidad de cupos. A su vez, se crearon los Liceos Bicentenario y se aumentó el gasto en educación.
Esta transformación se basa en investigaciones que muestran que la subvención tenía un impacto menor en el rendimiento y resultaba en segregación socioeconómica. Las investigaciones recientes muestran que el impacto de la subvención diferenciada es ambiguo, y no se ven mejoras por la eliminación del lucro y el copago. La eficiencia en la asignación de alumnos a colegios ha mejorado. Los Liceos Bicentenario muestran mejor rendimiento que los liceos emblemáticos y subvencionados en las pruebas de Lenguaje y Matemáticas, y tienen mayor tasa de acceso a la educación superior. Chile aún gasta un 18% más en estudiantes de educación superior que en niños de jardines infantiles y un 47% más que en escolares, lo que resulta en profesionales con falencias básicas en sus habilidades lecto-escritoras y lógico-matemáticas.
Asegurar un estándar educacional a todos los niños es un problema difícil dado que las familias difieren en preferencias, ingresos y ubicación. Estandarizar la educación implica ofrecer igual educación a familias diferentes, lo cual es tan discriminatorio como proveer educación diferente a familias iguales. Por ende, el desafío de un sistema educacional es proveer una educación suficientemente heterogénea para acomodar las diferencias entre familias, y suficientemente homogénea para que ningún niño reciba una educación que no le permita llevar a cabo sus proyectos vitales. Dicho objetivo requiere del sector privado, del público, de los liceos emblemáticos, del lucro, y de la flexibilidad curricular. Eliminar y/o prohibir iniciativas educacionales sin previa evaluación de impacto es restringir los instrumentos disponibles para el objetivo antes mencionado. Evitar la selección en algunas dimensiones es importante, evitarla en todas las dimensiones es imposible, ineficiente, e injusto.
La educacion escolar no puede ser un campo de batalla en el cual se enfrentan diferentes ideologías -centralización y estatismo vs. libertad de elección y mercado-. El Colegio de Profesores no puede secuestrar la educación para sus beneficios como lo hizo durante la pandemia -Chile fue el país que más días cerró las escuelas en el mundo-. Es hora de trabajar con el objetivo que todos los niños de Chile, sin importar su origen y capacidades, puedan acceder a una educación que les permita llevar a cabo sus proyectos vitales.
Por Felipe Balmaceda, IPE-UNAB, LM2C2, ISCI, MIPP