Columna de Fernanda Hurtado: El compliance está de moda
Pronunciarlo es un desafío y aplicarlo aún más. Pese a esto, en el último tiempo el compliance, es decir, el sistema interno de políticas, procedimientos y controles para detectar y prevenir violaciones de leyes, reglamentos y normas se ha vuelto una palabra muy frecuente, que se escucha a diario. El Caso Convenios, Primus Capital y las irregularidades que han sacudido el ámbito municipal lo han puesto de moda.
A la luz de estos escándalos, los más jóvenes podrían decir que el compliance “la lleva”. Nos alegramos de que así sea y esperamos que esto que está tan en boga ojalá nunca pase. No queremos que ocurra con este concepto lo que sucede con algunas canciones, bailes o retos virales que en redes sociales son estrellas fugaces. Deseamos que siga vigente y no se convierta en algo vintage.
¿Cómo lograrlo? Quizás el temor a verse envuelto en un hecho condenable como los mencionados llevará a algunas organizaciones a implementar y/o revisar un programa de cumplimiento. Porque es una realidad que instaurarlo y “vivirlo” permite prevenir situaciones que pueden llegar a convertirse en delitos. Esa inquietud existe y así lo confirmó nuestro Barómetro de Valores e Integridad Organizacional 2022, el cual mostró que uno de cada tres trabajadores percibe un alto riesgo de que su institución se vea involucrada en escándalos de corrupción o faltas a la integridad.
Otras trabajarán en este tema incentivadas por el deber de cumplir con normativas como la nueva Ley de Delitos Económicos. Muchas ya lo hicieron hace más de 10 años para alinearse con la Ley de Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas y llevan un tiempo asumiendo que este enfoque no es una opción, sino que un requisito clave para un correcto funcionamiento ético y operativo.
En cualquiera de estos casos, el compliance necesitará siempre de ciertos componentes básicos para funcionar, como es el compromiso del directorio, la fijación de estándares y procedimientos, instancias de auditoría y evaluación, herramientas para la prevención, detección y mitigación de conductas de riesgo, así como contar con profesionales especializados en la materia.
Ahora, la mejor de las modas es aquella que se impone sin que se sienta como una exigencia. En ese sentido, la comunicación sobre valores y el propósito se convierte en algo fundamental que debe darse de manera natural, con un alto grado de involucramiento de los directores y las jefaturas. Todo esto debe complementarse con instancias frecuentes de capacitación dinámicas y atractivas. Los talleres de dilemas éticos, por ejemplo, son una oportunidad al respecto, pues a través de situaciones cotidianas de la vida laboral permiten que los trabajadores se enfrenten a disyuntivas donde se debe decidir aplicando los valores y principios definidos.
Lineamientos que permitirán que este compliance se instale en el corazón de las organizaciones, pasando de ser una tendencia a un elemento central sobre el cual se cimenta y construye una cultura de integridad. Si la base es sólida, la organización y las personas que trabajan en ella se mantendrán rectas en su actuar. Si la mezcla sobre la cual se sustenta adolece de esos componentes, será fácil que la estructura se incline hacia un lado no deseado, poniendo en peligro no solo a quienes son parte de ella, sino que también a su entorno.
Contagiémonos de esta moda del compliance y la integridad corporativa, contribuyamos a fortalecerla para que perdure a lo largo del tiempo, convirtiéndola en algo deseable en nuestro lugar de trabajo, algo tan atractivo que nadie pueda resistirse a su encanto.
Por Fernanda Hurtado, gerente general de Fundación Generación Empresarial