Columna de Francisca Jünemann: Ley Más Mujeres en Directorios
"Quienes tenemos la convicción de los beneficios y ganancias que trae la participación de mujeres en los espacios donde se toman las decisiones, sabemos que todas las transformaciones profundas han sido procesos de debates e incluso luchas; que nada se les ha dado a las mujeres desde la génesis y que, sin embargo cuando se ha logrado instalar, con el tiempo, no hay duda que fue una buena decisión."
El Gobierno ingresó hace unas semanas el proyecto de ley “Más Mujeres en Directorios” para las sociedades anónimas abiertas y especiales, el cual contempla dos modelos complementarios y paulatinos: el de cuota recomendada con método cumpla o explique (“Comply or Explain”) con información pública ante la CMF y el de cuota requerida (obligatoria).
El primero de ellos -cuota recomendada- es el modelo durante los seis primeros años de vigencia de la ley, con una gradualidad de 20% los tres primeros años y 40% los tres segundos años. Al cumplirse el sexto año, comienza la vigencia de cuota requerida de 40% de mujeres.
Este proceso en la formación del proyecto de ley que transitó desde una ley de cuota obligatoria a una ley con dos sistemas progresivos, es una buena noticia. En primer lugar, porque acelerará el nombramiento voluntario de mujeres durante el período de cuota recomendad. En segundo lugar, porque ese mismo tiempo habilitará el espacio para que las mujeres se sienten en la mesa directiva con la seguridad para desplegar todo su liderazgo y toda su incidencia. No es lo mismo asumir un cargo como respuesta a una recomendación que a una obligación. Y, en tercer lugar, porque dará tiempo de adecuación a las empresas más atrasadas.
Quienes tenemos la convicción de los beneficios y ganancias que trae la participación de mujeres en los espacios donde se toman las decisiones, sabemos que todas las transformaciones profundas han sido procesos de debates e incluso luchas; que nada se les ha dado a las mujeres desde la génesis y que, sin embargo cuando se ha logrado instalar, con el tiempo, no hay duda que fue una buena decisión.
¿Alguien está hoy contra del Decreto Amunátegui que “justificó” el ingreso de las mujeres a la educación superior treinta y cinco años después de fundada la Universidad de Chile? ¿O alguna persona (en su sano juicio…) pide derogar el derecho a voto femenino logrado siete décadas y media después del derecho a sufragio “universal” masculino?
Este argumento se podría rebatir diciendo que es muy distinto, que aquí se está hablando de intervenir el derecho de propiedad privada y las decisiones de sus dueños. Si bien defendemos la propiedad privada y la libertad, como abogada no me convence esta postura, porque las leyes y las normas intervienen incluso las relaciones familiares y las capacidades personales, afectando los espacios íntimos. ¿Por qué no puede entonces regular esta materia cuando las empresas son actores sociales y con función pública?
Pero más allá del derecho, el fondo de la diversidad de género en los directorios son los cambios que impulsa para que más mujeres puedan ingresar y alcanzar altos cargos (conocido como efecto “spillover”). Y porque es un factor de disminución de brecha salarial. Favorece, por lo tanto, procesos de atracción y selección más inclusivos y políticas de remuneraciones más justas. Esto es muy relevante en un país donde menos de la mitad de las mujeres puede tener un trabajo remunerado y un porcentaje aún menor, un trabajo formal.
Hay muchas mujeres con las capacidades y competencias para ser directoras de empresas; el problema es que, o no las ven, o buscan más de lo mismo pero en mujer, en vez de abrirse a la diversidad no sólo de género, sino de profesiones y de trayectorias laborales que las mujeres traen consigo.
No obstante las mejoras que el proyecto necesita tener -y que propondremos ante la Comisión de Mujeres y Equidad de Género de la Cámara de Diputadas y Diputados- valoramos la iniciativa y el proceso de diálogo prelegislativo desarrollado por el Ejecutivo, el cual permitió la recepción de propuestas de la sociedad civil, como el transitar al modelo “Comply or Explain” sugerido por ChileMujeres.
Y si bien ha generado ideas confrontadas -como es sano y necesario que sea- creemos que las empresas y el sector empresarial agradecerán este impulso cuando vean lo que no hubiesen visto si esas mujeres no hubiesen estado en la mesa directiva. Es cosa de tiempo.
* La autora es presidenta ejecutiva Fundación ChileMujeres.