Columna de Francisca Jünemann: “Nueva Constitución: una luz de esperanza”
"Apremiante es alcanzar un nuevo sistema político que logre acuerdos, que no tenga su mirada detenida en su elección, que la redirija la ciudadanía, a sus necesidades y al bien común. También lo es reformar leyes que excluyen la igualdad o la dignidad, como la inhabilitante sociedad conyugal, el excluyente derecho a sala cuna y la reforma de pensiones"
En estos momentos, en que políticos de un lado y otro se empecinan en declaraciones y acciones que fragmentan y dividen al cumplirse medio siglo desde un momento oscuro y doloroso de nuestra historia, Chile se encuentra en otro instante histórico que puede ser luminoso si entre todas y todos hacemos un esfuerzo para que termine de buena forma con una Nueva Constitución para Chile que nos una, comprendiendo que no hay nada menos fútil en estos momentos, que debiese ser una preocupación insoslayable para quienes tenemos amor y preocupación por nuestro país y entendemos que el bien común nunca debe relegarse ni olvidarse.
Nada cambiará si nuestro sistema político continúa como el actual, donde quienes nos gobiernan y legislan están centrados en la aprobación popular, en la permanente elección siguiente y en donde los poderes legislativo y ejecutivo son incapaces de lograr acuerdos por un Congreso fragmentado.
La Comisión Experta presentó un anteproyecto de ley sensato, con un destacable esfuerzo por lograr una estructura común, aunando en un texto distintas miradas, transando y cediendo. Es el Consejo Constitucional, elegido por elección popular, quien tiene ahora en sus manos fortalecer lo propuesto, mejorarlo, empeorarlo, o bien, destruirlo. Y la mayor responsabilidad la tiene el Partido Republicano.
Esta es una oportunidad para el país y para las mujeres: El anteproyecto consagra en el artículo 4.2 que “La ley asegurará el acceso igualitario de mujeres y hombres a los mandatos electorales y cargos electivos y promoverá su participación en condiciones de igualdad en los distintos ámbitos de la vida nacional. El Estado garantizará el ejercicio de la participación política de las mujeres”. La garantía que las mujeres puedan competir en igualdad de condiciones en el espacio donde nacen nuestras leyes es fundamental para, de una vez por todas, ponerse de acuerdo y sacar adelante reformas apremiantes que se modifican en el Congreso, mientras ese inmovilismo e incapacidad de consenso afecta la vida de las personas, la justicia y la igualdad.
El artículo 16.3 del anteproyecto de nueva Constitución también es un avance al consagrar “el derecho a la igualdad ante la ley, a la igual protección de la ley y a la no discriminación. Ni la ley ni la autoridad podrán establecer diferencias arbitrarias. Hombres y mujeres son iguales ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiado…Se prohíbe toda forma de discriminación directa e indirecta…Para que este derecho se realice, el Estado deberá adoptar las medidas apropiadas y los ajustes razonables que sean necesarios”.
Si bien la Constitución vigente consagra la igualdad ante la ley de hombres y mujeres y precisa que ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias, no le entrega al Estado la obligación de adoptar medidas ni ajustes. Se limita a señalar que la Constitución asegura esta igualdad.
Apremiante es alcanzar un nuevo sistema político que logre acuerdos, que no tenga su mirada detenida en su elección, que la redirija la ciudadanía, a sus necesidades y al bien común. También lo es reformar leyes que excluyen la igualdad o la dignidad, como la inhabilitante sociedad conyugal, el excluyente derecho a sala cuna y la reforma de pensiones. Y la Nueva Constitución es una luz de esperanza.
* La autora es presidenta ejecutiva ChileMujeres.
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