Columna de Francisca Pérez y Alejandro Micco: “Teletrabajo: ¿una modalidad de trabajo o de cuidado?”
"Por qué no aprovechar los beneficios del teletrabajo para todos los trabajadores, en vez de pretender que este sea un paliativo a un problema que es cultural y mucho más profundo, que requiere de una política directa que facilite la creación de una oferta de servicios de cuidados. Estamos perdiendo una oportunidad de desarrollo, haciendo más difícil su adopción, e incluso puede agravar el problema de la baja participación laboral de las mujeres en Chile".
Hoy una fracción importante de los trabajadores exigen teletrabajar. Gigantes como Apple, Amazon o Google han debido enfrentar una fuerte oposición de sus trabajadores ante su llamado a “volver a las oficinas”. En Canadá, a comienzos de año, más de 150 mil trabajadores del sector público se fueron a huelga por más de dos semanas en reacción a la política de retorno al trabajo presencial que intentó aplicar el gobierno. Una realidad que era impensada antes de la pandemia del Covid-19, hoy es una demanda que toma cada vez más fuerza entre los trabajadores.
Los datos muestran que es en países como EE.UU., Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda donde el teletrabajo ha penetrado con mayor fuerza, con un trabajador a tiempo completo dedicando en promedio 1,4 días a la semana a trabajar desde la casa. Según el economista de la Universidad de Stanford, Nicholas Bloom, que en su investigación ha relevado la importancia de las buenas prácticas gerenciales para explicar diferencias de productividad entre empresas y países, es precisamente este factor el que está detrás de la mayor adopción del teletrabajo en los países anglosajones. Para que el teletrabajo funcione es clave que se pueda confiar en que los trabajadores cumplirán con sus tareas cuando no están en la oficina, lo que se logra cuando existe una buena capacidad de monitoreo y gestión de los equipos de trabajo, sin tener la necesidad de poner el cronómetro para contabilizar el tiempo que tomó para terminar el trabajo.
La discusión sobre el teletrabajo en Chile ha tenido un foco totalmente diferente. Se ha planteado como paliativo al problema que existe para compatibilizar las responsabilidades de cuidado y la participación laboral femenina. Es cierto que tenemos un problema respecto a la falta de una solución integral para el cuidado de personas dependientes y que son las mujeres las que en nuestra sociedad siguen cargando principalmente con la responsabilidad del cuidado en el hogar, pero el teletrabajo no es una modalidad de cuidado.
Centrar la opción de trabajar a distancia en aquellos con responsabilidades de cuidado, no toma en cuenta la capacidad real de reorganización del trabajo por parte de las empresas chilenas. De hecho, si usamos para Chile la misma métrica de buenas prácticas gerenciales de Bloom, la realidad es que nuestro potencial de adopción del teletrabajo es bastante más limitado. También soslaya las dificultades que estos trabajadores puedan tener para coordinar horarios de trabajo, con demandas impostergables asociadas a cumplir con sus deberes de cuidado. Esto hace más difícil contar con situaciones exitosas y facilita que se pueda generar un sesgo en contra del teletrabajo por parte de los empleadores. Hoy ya existe una brecha de 1,2 días entre el número de días a la semana que los trabajadores chilenos declaran querer trabajar desde la casa y los días que los empleadores están dispuestos a darles (Aksoy et al, 2023). Por último, dificulta que las empresas inviertan para poder ofrecer teletrabajo ya que solo se podría implementar para un grupo limitado de personas que por su doble trabajo tienen una menor posibilidad de éxito.
La evidencia es cada vez más clara respecto a que el teletrabajo no daña la productividad e incluso la puede aumentar. Pasar a alguna modalidad híbrida de trabajo, además ha mostrado evidencia inicial que disminuye la tasa de rotación laboral y mejora la retención de talentos, sobre todo de mujeres y trabajadores con tiempos de traslado mayores (Bloom, Han y Liang, 2022). Y, cerca de un tercio del tiempo que se ahorra en traslado va a aumentar el tiempo de ocio dedicado al deporte y a reuniones con familiares y amigos, lo que sin duda es una mejora de la calidad de vida.
Por qué no aprovechar los beneficios del teletrabajo para todos los trabajadores, en vez de pretender que este sea un paliativo a un problema que es cultural y mucho más profundo, que requiere de una política directa que facilite la creación de una oferta de servicios de cuidados. Estamos perdiendo una oportunidad de desarrollo, haciendo más difícil su adopción, e incluso puede agravar el problema de la baja participación laboral de las mujeres en Chile y ampliar la brecha salarial de género, al seguir cargándoles a ellas los costos de las responsabilidades de cuidado.
* Los autores, Francisca Pérez es profesora de la Escuela de negocios UAI, y Alejandro Micco es profesor FEN, Universidad de Chile.