Columna de Francisca Sotta: “Sostenibilidad y criterios ASG - Similitudes y diferencias”

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"En un futuro cercano, ya no habrá espacio para las empresas que no integren los criterios ASG en su estrategia corporativa, hoy los inversionistas están comenzando a exigir para invertir. En Chile, según Acafi, durante 2021 la inversión de impacto fue un 23% mayor que en 2020."



Creo que comenzar un nuevo año es una oportunidad para plantearse nuevos desafíos e ideales. Instalar la sostenibilidad en nuestras organizaciones puede ser un excelente desafío para este 2023.

En el mundo empresarial, día a día escuchamos hablar sobre criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), o ESG por su sigla en inglés y suenan como magia. Entonces surge la duda de si al mirar o medir esas variables “mágicas” ¿serán suficientes para transformar un modelo de negocio tradicional a uno sostenible? Según nuestra experiencia, para lograrlo debemos implementar la sostenibilidad y los criterios ASG de la mano; porque aunque similares, ambos conceptos no son lo mismo.

Los indicadores ASG son criterios de impacto de tipo ambiental, social y de gobierno corporativo. La clave aquí es que son impactos generados por la operación de la organización. Por otro lado, la sostenibilidad implica identificar oportunidades para la creación de valor a largo plazo, es decir, con una mirada proactiva de futuro, generar valor distribuido para trabajadores, proveedores, comunidades, accionistas y territorio. Van de la mano y se pueden gestionar de manera simultánea.

En un futuro cercano, ya no habrá espacio para las empresas que no integren los criterios ASG en su estrategia corporativa, hoy los inversionistas están comenzando a exigir para invertir. En Chile, según Acafi, durante 2021 la inversión de impacto fue un 23% mayor que en 2020.

Tanto la sostenibilidad, como las variables ASG son recomendables de abordar mediante un proceso que involucre a la organización de manera transversal, incorporando a los equipos, logrando así mejorar de manera significativa los indicadores de engagement, hemos comprobado que éste es un efecto que se repite una y otra vez en las empresas con quienes hemos trabajado.

Si buscamos ser empresas más sostenibles, mejorar nuestro desempeño ASG y comunicarlo a los stakeholders -incluyendo a eventuales futuros inversionistas de impacto- , sugiero partir por medir el impacto social y ambiental que genera la organización, para lo cual, la Evaluación de Impacto B (EIB), utilizada actualmente por las empresas B o B Corps de todo el mundo, es una excelente opción. Creada por B Lab (EE.UU) es una herramienta de mejora continua, utilizada actualmente por 200.000 organizaciones a nivel global para medir y gestionar el impacto que generan con su operación, de esas 200.000, más de 6.280 son Empresas B, las cuales buscan ser agentes de cambio en su industria y territorio contribuyendo activamente a la solución de problemáticas sociales y medioambientales, midiendo y gestionando de manera permanente sus variables ASG.

Complementario a la EIB, existe una gran diversidad de herramientas para gestionar la sostenibilidad y los criterios ASG. Tales como los estándares GRI, que entregan indicadores para reportar y se correlacionan en un 68% con la EIB. De la misma manera, ocurre con SASB, y otras herramientas reconocidas a nivel global.

Me gustaría pensar en el 2023 como el año de la sostenibilidad; en el que los directorios, la integren en los comités, relevándola como tantos otros indicadores financieros o de gestión de la organización, logrando así que la sostenibilidad llegue para quedarse.

* La autora es presidenta del directorio Sistema B Chile.

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