Columna de Gabriel Alemparte: Las oposiciones

Las oposiciones
Las oposiciones. Aton Chile


El plebiscito del 4 de septiembre de 2022 contra el primer texto constitucional generó una unidad que sumó a muy diferentes oposiciones. Quizás aún la política no ha vislumbrado ni procesado todo aquello, pero la ciudadanía si lo ha internalizado en su voto reciente, castigando en especial las peleas pequeñas y la dispersión de votos.

Las oposiciones diversas, también, se han conjugado en torno a un gobierno que ha mostrado lo peor de la política: amateurismo (salvo contadísimas excepciones), una constante desconexión de la realidad y un golpe mortal en el corazón de La Moneda para una administración denominada “feminista”. A ello, debe sumarse un desempeño político en materia de seguridad y crecimiento económicos paupérrimos y sin una agenda clara para esta última parte de su gestión.

Uso el plural para definir las oposiciones porque provienen de distintas fuentes e historias: Por cierto de las derechas, Chile Vamos logró equilibrar y volver a fortalecer su centro, no es casualidad el resultado en concejales de Renovación Nacional. Republicanos, pese a tener una marca que era la posible ganadora, en esta vuelta no cosechó lo que esperaba.

Las oposiciones existen también en el centro como las recientemente creadas con Amarillos y Demócratas -cuyo desempeño fue bajo en alcaldes para ser partidos aún sin despliegue nacional, con menos de dos años de existencia, pero con un número relevante como fuerza política en materia de concejales (4,42%)-, prácticamente empatando a la DC, pero sin la misma elegibilidad por tratarse de un pacto pequeño. El llamado Pacto de Centro Democrático superó en porcentaje a Evópoli, el PDG o al Partido Liberal. Éstas últimas tiendas son también parte de esas oposiciones, salvo el PL que se ha asestado dos profundas derrotas de alcaldes en Arica y Cerrillos, quizás como castigo (histórico) a una connivencia inentendible con un gobierno que además los considera fuera de la órbita de sus creencias.

No cabe duda que todas las oposiciones son diversas y provienen de distintas vertientes. La oposición no es sólo la derecha, como pretenden ver algunos, las hay también liberales, discretas y silenciosas socialdemócratas, demócratas cristianas (porque pese, a que en este último caso, la línea oficial del PDC no es parte del gobierno, sus bases se oponen a éste, aunque sus parlamentarios han colaborado fielmente al gobierno).

La política chilena siempre intenta alinear sus explicaciones como lo hice anteriormente, esto es, por medio de la alineación de partidos, pero la gran oposición es otra: El elector, el indeciso, esa persona que en general hoy espera crecimiento económico frente a la crisis, seguridad ante el desorden y la falta de orden público. Aquella siente que desde el estallido social de 2019 está peor de lo que estuvo en los vilipendiados 30 años. Esos tan vilipendiados por los habitantes de La Moneda, pero tan necesarios para sobrevivir en la contradicción eterna del Gobierno.

Ese elector, el independiente, el que se identifica con las consignas antes señaladas exige unidad de las oposiciones. La exige y lo dice. El fin de semana, ese votante se tomaba la cabeza no comprendiendo la dispersión en Recoleta o en la Región de los Ríos, por solo nombrar algunos pocos lugares. La derecha mostró en la negociación política una incapacidad pública de ponerse de acuerdo con peleas que dañaron buenas opciones en Viña del Mar o Puente Alto. El centro se diluyó en distintos partidos y pactos que no se pusieron de acuerdo en un arco más amplio. El elector durante esos meses pedía unidad para derrotar a las fuerzas oficialistas que, pese a todos los problemas, perdió pero no sufrió la debacle que esperaba.

Hoy más que nunca las segundas vueltas de gobernadores pueden auspiciar esa unidad, pero el tema es más profundo. La negociación para una parlamentaria y presidencial requerirá de generosidad (un valor poco existente en la política actual), incluso antes que generosidad, calculadora (y fina) para triunfar con el candidato que aspire a La Moneda, o bien con un parlamento que ayude a poner fin a los espectáculos lamentables que vemos día a día.

Si no existe unidad en la diferencia resulta poco probable que ese elector se sume como independiente, como indeciso y terminará castigando. Si hay una lección de éste fin de semana es que el oficialismo aguantó el chaparrón perdiendo con dignidad y siendo más competitivo de lo que se esperaba. El desafío esta abierto.

Por Gabriel Alemparte, abogado.

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