Columna de Gabriel Alemparte: Quijote previsional, una reforma teatral e ideológica
Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes”.
Citando la obra cumbre de Cervantes, algo así es lo que acaba de suceder con el Gobierno al revisar la minuta de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones. Un documento que critica punto por punto la propuesta del Gobierno, dentro de los márgenes de lo ético, legal y legítimo, lo que -según el Gobierno- es un acto de intervención a la reforma. A la ministra del Trabajo Jeanette Jara, le faltó poco para considerar la minuta un acto de cohecho por parte del gremio, al compararlo con el caso Corpesca que sacudió la política hace sólo unos años.
La opinión de la industria, cualquiera esta sea, los grupos de presión, consumidores, pensionados, sindicatos y los técnicos sobre cualquier materia, están enmarcados dentro del derecho constitucional a la petición -establecido en la Constitución- y a la libertad de expresión, cuando esta es pública y abierta. Suponer lo contrario es una actitud que por osmosis se parece a las actitudes maduristas de prohibir las redes sociales y reventar la prensa. Parece que a algunos se les están pegando algunas “mañas” de estos días. El Congreso y el debate público están para ello, para que cualquiera de manera abierta y transparente contribuya con ideas.
El caso Corpesca es muy diferente, no se trató de un acto de explicación de un proyecto de ley, abierto, y público como en el caso de la minuta en cuestión, muy por el contrario, fue directamente la redacción oscura de los artículos que se presentaron o se intentaron presentar por parlamentarios, no es el caso. Más allá de la hipérbole ministerial, la señal de intolerancia a una discusión con todos los actores es lo que más preocupa, y demuestra la falta de diálogo sincero que ha tenido el Gobierno en la reforma previsional, sobre todo luego del paso desde la Cámara de Diputados al Senado. O se hace lo que nosotros queremos, con minoría por delante, o no se hace.
¿Qué es lo que hay detrás de estos gritos acusatorios? Es fácil inferir que el documento de Marcel relativo a la reforma presentado la semana pasada estaba tan lleno de hoyos (igual que el “queso suizo” que es su reforma, en sus propias palabras) que es inevitable una discusión larga y extensa en el Senado para llegar a acuerdos que terminen en una votación en general. Ante éste escenario, y obviamente bajo un cálculo electoral, aquellos que buscan legítimamente una candidatura política luego de salir del Gobierno, buscan culpar a alguien por el fracaso de no llegar con una reforma antes de las elecciones municipales de octubre. Así no hay acuerdo que resista.
Sintomática en el tipo de discusión que se está dando, y los cantos de “acuerdo” para demostrar que el sistema político puede “sacar” reformas como estas, a cualquier precio y lo peor, sin importar lo que pase a futuro, es una entrevista al economista Joseph Ramos al señalar: “Acá todos son culpables, tanto la derecha como la izquierda se han centrado en cómo se reparte el 6% y resulta que el 6, como se reparta, es insuficiente. Insuficiente para generaciones futuras”, asunto que hemos repetido hasta el cansancio. Como dice Ramos, la discusión debe centrarse en el fondo -que ningún actor político se atreve a enfrentar- edad de jubilación, -no a lo Macron-, como bien dice Ramos, esto es, progresivamente y buscar incentivos para disminuir la informalidad, entre otros. Pero claro, esa es la discusión “difícil”, y a esa nadie está dispuesto por falta del coraje que requiere un tema tan relevante y con el apuro por llegar a acuerdos y ganar “aprobación”.
Por el contrario, lo que busca el oficialismo es señalar como excusa que todo fracasó por el cuco del poderoso dinero, que con sus minutas -que nadie leyó más que la ministra- y se estaría infundiendo terror en el debate político.
Por otro lado hay un hecho que preocupa. En los últimos días he escuchado a ciertos senadores opositores buscar un acuerdo -sin enfrentar lo difícil o el futuro- pensando más bien en hacer relucir que el “sistema político” es capaz de hacerse cargo de procesar acuerdos complejos. Muy bien hasta ahí ¿Pero se cederá en asuntos claves? ¿Todo vale con tal de llegar a acuerdo, incluso entregar las cotizaciones de los chilenos -en el porcentaje que sea- contra la opinión mayoritaria -léase cualquier encuesta- solo por apuro, solo por el “éxito” de la foto?
Me parece que si queremos resolver el problema en serio, esto requiere de una conversación seria que no busque la mezquindad política, así se hizo en el pasado en temas complejos para ciertos sectores, con un diálogo franco y no para la galería, con evidencia técnica y no sólo con alcances políticos.
¿Cuánto de las muchas propuestas de las diferentes comisiones y mesas técnicas fueron realmente tomadas en cuenta? Pocas.
Igual que el Quijote imaginando malvados gigantes cuando sólo eran molinos, aquí el Gobierno construye enemigos ficticios por su propia ideología y calculo. En todo intento de pureza ideológica, llega un cierto punto en que ésta genera más daño que beneficio a quienes se busca defender. Es claro que en el debate de la reforma de pensiones ya hemos llegado a este punto, y que llegó la hora del pragmatismo, pero no del apuro, éste último, por el motivo que sea.
En pensiones, el acuerdo es difícil porque uno de los actores presentó una reforma profundamente ideológica -pese a que se lo han repetido las mayorías en el Congreso - y que todos sabemos tuvo un inicio en el irresponsable “No más AFP” o en el primer proyecto constitucional. Ello puede generar daño permanente a las pensiones de los chilenos por ideología, desoyendo recomendaciones técnicas y viendo “gigantes quijotescos” donde no los hay. Para solucionar este tema, sería esperable que los personajes de esta obra que hasta ahora han dominado el debate previsional con sus acciones teátricas, sigan el puro estilo teatral y hagan mutis por el foro
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