Columna de Gabriel Osorio y Cristóbal Osorio: ENADE 2024, ‘contra el inmovilismo’ ¿de quién?
La ENADE es más que un foro empresarial, pues, desde que fue creada en 1974, ha logrado convertirse en el oratorio principal donde las elites del país se dan cita, confluyendo en sus salones, los principales tomadores de decisiones e influenciadores del debate, tanto de la esfera pública como privada.
Es ahí donde las elites debaten el quehacer del país, bajo alguna consigna que propone la ICARE, una corporación ligada a los grandes gremios empresariales, fundada en 1953 con el propósito de promover la excelencia empresarial. Las consignas, a partir de 1989, son frases en latín que proponen, por un lado, un nudo central a ser desatado durante el año en curso, y una perspectiva de altura para hacerlo.
Podría decirse entonces, que es un llamado al consenso respecto de los aspectos que los privados consideran prioritarios, o, un llamado al orden, cuando los empresarios sienten que los políticos se escapan de su marco.
Así, podría hacerse una historia precisa de la relación entre políticos y empresarios a partir de estos encuentros, analizando las vocerías, los tópicos de discusión y las palabras de los protagonistas. Y aunque esa historia no se ha escrito, es posible aventurar que los 90 fue una época de construcción, a veces difícil, como acredita el relato del ex. Ministro Alejandro Foxley que en la ENADE un empresario le afirmó “francamente, no le creo una palabra”, pero con el paso del tiempo fue fraguando un consenso entre políticos y empresarios, que marcó décadas posteriores de nostalgia.
Sin ir más lejos, las últimas ENADE coetáneas al actual gobierno buscaron recrear el viejo clima de acuerdos e invitar a la nueva elite gobernante, a sumarse. El año 2022 la consigna fue ‘prosperum imposta iter (’que su viaje sea exitoso’), en 2023 ‘concordia discors’ (‘conexión en la discordia’) y ahora en 2024 es ‘contra immobilis’ (‘contra el inmovilismo’), donde se buscará pasar la página de los turbulentos últimos 7 años, volver a las zonas de confort de crecimiento y seguridad, como puntales del consenso, y, si es necesario, tirarle las patillas al Gobierno.
Sin embargo, nos parece que esta visión empresarial adolece de cierto ‘sesgo de anclaje’ o una excesiva añoranza a una tradición desaparecida. Esta añoranza menoscaba los procesos de toma de decisión, pues lleva a concluir que lo que antes funcionó, debe por fuerza seguir funcionando, aunque los actores ya no sean los mismos, y como todo en la vida, el paso del tiempo nos deje a todos off side.
De este modo, ‘contra immobilis’, debe llamar a la innovación para crecer, encontrar soluciones creativas a problemas complejos, ser flexibles ante los tiempos turbulentos y construir un futuro nuevo, incluyendo a los nuevos actores, recientemente bautizados como ‘baby red set’. Por consiguiente, la flexibilidad pública y privada para los años que vienen y una ‘concordia en la diversidad’, nos asegurará superar la ‘saudade’ de los 90.
Por eso nos atrevemos a sugerir que el ‘contra inmobilis’ evite el gesto de mirar desde el espejo retrovisor, y que se considere lo que decía el ex canciller alemán Konrad Adenauer; “una de las cosas principales en política es no perseguir fantasías o utopías, sino reconocer claramente las circunstancias y posibilidades reales, tal como deben hacerlo el artesano, el comerciante y el agricultor en sus profesiones”.
Por Gabriel Osorio y Cristóbal Osorio, abogados.