Columna de Gabriel Zaliasnik: Anuria

Boric
Foto: Presidencia


Los riñones filtran la sangre del organismo humano, permitiéndole eliminar los desperdicios y preservar el equilibrio de sustancias químicas en el cuerpo. En el contexto de ese proceso fisiológico se pueden presentar situaciones caracterizadas por la ausencia de producción y eliminación de orina, por lo general relacionada con alguna obstrucción en las vías urinarias o como consecuencia de insuficiencia renal aguda. A ello la medicina le da el nombre de anuria.

Algo similar puede ocurrir con la dinámica propia del quehacer político de un país. Eso al menos es lo que se aprecia en Chile en la medida que el gobierno persiste con imponer una reforma previsional técnicamente defectuosa y contraria a la voluntad de una amplia mayoría ciudadana. En efecto, según indica la última encuesta Criteria, 73% de los chilenos prefiere que el 6% de cotización adicional que se plantea vayan a sus cuentas individuales, y no que parte de ella vaya a modelos de reparto engrosando la discrecionalidad estatal en su utilización. No entender esto, insistiendo en una iniciativa de estas características, da cuenta del mal funcionamiento del proceso legislativo.

En el fondo este proyecto de reforma previsional tiene en común con el proyecto de ley corta de Isapres y la reforma tributaria rechazada por el Congreso Nacional que se desea reponer con el eufemismo de “pacto fiscal”, la cada vez más evidente y persistente obstinación ideológica del gobierno y de quienes lo integran. Una suerte de obstrucción urinaria -en este caso de su programa o agenda política- que les impide filtrar debidamente aquello que la ciudadanía demanda. Las volteretas con que se ha caricaturizado muchas veces la gestión de Boric, solo son un maquillaje táctico para ocultar que en el fondo nada ha cambiado en su pensamiento. Claro, el empresariado o el buenismo de sectores de oposición anhelan ver en ello cierto pragmatismo, o un supuesto alineamiento a sus propios deseos con la realidad.

Sin embargo, nada de ello es real. Chile, en manos de Boric, Jackson y Vallejo, sigue recorriendo un ideario imaginario que se remonta a los inicios de sus carreras políticas en el movimiento estudiantil. Sus ideas padecen de anuria, al punto que aplican hoy la misma receta con la cual destruyeron la educación pública en Chile. Son incapaces de reconocer la debilidad del proyecto previsional, y al igual que con el sistema de Isapres, nos dirigen hacia una falla sistémica irreversible. En el fondo, persisten en desmantelar aquello que costó tanto construir. No hay nada noble en este empeño. Es solo una furia revanchista propia de la ensoñación que atesoraron en sus años adolescentes. Subyace una perversión ideológica que les impide genuinamente adoptar un talante republicano para anteponer el bien de Chile a sus erradas convicciones.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal

Facultad de Derecho, U. de Chile