Columna de Gabriel Zaliasnik: Día de la independencia
Escribo esta columna desde Israel a horas que su pueblo celebre un nuevo aniversario. Momentos atrás han sonado las sirenas en todo el país durante un minuto para recordar a los caídos en su defensa, incluyendo a las víctimas del terrorismo. En el último año se han sumado 1.594 soldados y civiles, la mayoría a consecuencia de la masacre genocida perpetrada por Hamas el 7 de octubre de 2023.
Por lo mismo, el renacer de Israel es una historia que bien vale la pena recordar, en especial en tiempos que se pretende cuestionar su legitimidad, imponiendo una narrativa falaz y odiosa para, en algunas partes del mundo, revigorizar la alicaída agenda woke. De otro modo no se explica la interseccionalidad que lleva a defensores de los derechos de las mujeres, minorías sexuales, y otras causas progresistas, a respaldar a movimientos yihadistas islámicos donde tanto mujeres como minorías sexuales no solo carecen de derechos, sino que arriesgan incluso sus vidas.
Los vínculos del pueblo judío con la Tierra de Israel se prolongan a lo largo de más de 3.500 años. Judea y Samaria, los lugares donde vivieron Abraham, Isaac y Jacob, David y Salomón, Isaías y Jeremías, no son tierra foránea. Es la tierra donde el pueblo judío forjó su milenaria identidad. Por ello el derecho a un país propio en dicha tierra ancestral no deriva como algunos pretenden de la sucesión de catástrofes experimentadas a lo largo de la historia. Si bien es cierto el pueblo judío ha conocido sufrimientos terribles, por causa de expulsiones, pogromos, calumnias y matanzas, que culminaron en el Holocausto a manos de los nazis, no radica en ello su derecho a la autodeterminación.
Como dijo David Ben Gurión, al proclamar la independencia: “En la Tierra de Israel se formó el pueblo judío, en ella edificó su identidad espiritual, religiosa y política, en ella vivió su vida de soberanía estatal, en ella creó bienes culturales nacionales y universales y legó al mundo entero el eterno Libro de los Libros”, el Antiguo Testamento.
Hoy Israel enfrenta difíciles encrucijadas. Por una parte, el PIB per cápita de casi 60 mil dólares crece a la par de su población y su industria high tech se impone en todo el mundo. Su sociedad civil es activa, crítica y participativa como lo evidencian masivas pacíficas protestas ciudadanas. Sin embargo, por otra parte, Israel está viviendo un largo día que empezó aquel sangriento 7 de octubre y que parece no querer terminar. La barbarie de Hamas y su fanatismo religioso auspiciado por Irán se erigen en obstáculo para una solución negociada al conflicto palestino israelí. Hoy Israel lucha por su segunda independencia. Mientras antes el mundo comprenda esto, antes podrá contribuir a poner término a esta larga y dolorosa guerra. Hoy en Gaza permanecen 132 israelíes secuestrados, pero también está secuestrada la convivencia pacífica entre dos pueblos llamados a ser hermanos.
Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile
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