Columna de Gabriel Zaliasnik: En el bosque

libertad de expresión


La pasada semana, en medio del vértigo de escándalos que golpean al gobierno y amparadas en el cono de sombra que ellos proyectan, las ministras de Ciencias y Secretaría General de Gobierno cursaron un decreto supremo por orden del Presidente de la República, creando lo que eufemísticamente denominaron “Comisión Asesora contra la Desinformación”.

A muchos este afán por el control de la información y el esfuerzo por restringir la libertad de expresión les hizo recordar el distópico Ministerio de la Verdad de la obra “1984″ de George Orwell. En mi caso, recordé también el cuento “En el bosque” del escritor japones Ryûnosuke Akutagawa. En él se narra, bajo la forma de un interrogatorio policial, el asesinato de un hombre y el ultraje de su esposa por parte de un delincuente. Cada personaje da su versión de los hechos. Cualquiera podría estar diciendo la verdad -no la verdad absoluta, sino subjetiva- o estar mintiendo. Se usa la subjetividad de los personajes para problematizar la mirada. En otras palabras, la verdad en muchas ocasiones es escurridiza, como lo entienden la ministra Vallejos y el Partido Comunista en el que milita, pues por años han buscado esconder la realidad de las dictaduras cubana y venezolana, entre otras. La desinformación ha estado en el corazón del relato de toda su generación. Sin lugar a duda, ha sido su herramienta preferida a la hora de evadir responsabilidades políticas e incluso penales. La usaron maquiavélicamente durante la pandemia de Covid 19, y antes durante la asonada del 18-O para confundir a la ciudadanía y debilitar al gobierno. Apelaron a ella para derrotar a su adversario de segunda vuelta presidencial caricaturizándole infame y falsamente como nazi. En otras palabras, de desinformación esta generación política sabe y no requiere curva de aprendizaje.

Por ello, ahora desprovistos de la falsa superioridad moral que esgrimían -el prontuario de hechos que involucran a militantes de Revolución Democrática da cuenta de un patrón de conducta-, pretenden imponer por decreto una visión oficial. Se trata de la expresión de la pulsión totalitaria que anida en amplios sectores del actual gobierno. Hay un asalto a la razón (Lukacs), que como bien plantea Carlos Peña en un reciente ensayo, obedece en parte a que nos encontramos ante una generación en que la “subjetividad se transforma en el criterio final de lo que es correcto o no”, al punto de creer que pueden adaptar la realidad, silenciar las críticas, y amordazar la verdad, según su conveniencia.

Resulta irónico que aquellos cuya campaña electoral se identificó con un gran ciprés magallánico, (el que con furia exhiben con un emoticón en RRSS), impulsen esta inconstitucional política de control a la información, reafirmando el refrán popular, “los árboles no dejan ver el bosque”.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile

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