Columna de Gabriel Zaliasnik: Los monos y el paisaje
Los países para sobrevivir deben ser capaces de sobreponerse a malos gobernantes. Por ello las democracias y sus instituciones deben diseñarse con sistemas que sinteticen una inteligencia colectiva que se concrete en reglas, normas y procedimientos autosuficientes. Ilustra lo anterior un experimento mental propuesto por los investigadores británicos Robert Geyer y Samir Rihani (mencionado por Daniel Innerarity en “Una teoría de la democracia compleja”). Estos plantean: ¿Qué ocurriría si los gobernadores del Banco de Inglaterra –algo así como nuestro Banco Central- fueran sustituidos por monos? La respuesta inmediata probablemente sería que la economía colapsaría. Sin embargo, con algo de reflexión confiaríamos en que primen los sistemas que nos gobiernan con sus equilibrios, contrapesos y correcciones automáticas, y no las personas.
Recordé este ejercicio a la luz de la evidente parálisis del gobierno. La sequía legislativa y la falta de propuestas de acción en todos los ámbitos son inéditas en la historia de Chile. No hay en ello siquiera gatopardismo pues lejos de pretender cambiar todo para que nada cambie, día a día reafirman sus viejas y anquilosadas convicciones para no hacer ni menos, cambiar nada. En una actitud sin precedentes pretenden que el país se mantenga en un congelador, deteriorándose, a la espera que el paso del tiempo, el desgaste social ocasionado por el inmovilismo deliberado del Ejecutivo, o alguna circunstancia fortuita, permitan reimpulsar su sueño refundacional. Mientras, usan tácticamente el debate constituyente como placebo político para disimular la ausencia de gobernanza.
El cuestionamiento y consiguiente negativa a ratificar el tratado de integración económica de Asia Pacífico (TPP11) es revelador. El respaldo a la dogmática posición del Subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales en su cruzada contra éste, corroboran que en el gobierno priman ideas inmutables y una fe cuasi religiosa en su fracasado ideario. Quienes aún depositan su esperanza en un giro social demócrata, se auto engañan.
Como a estas alturas es notorio, el que la inmensa mayoría de chilenos y chilenas rechazara la propuesta de nueva constitución no ha sido obstáculo para que el gobierno persista en el propósito de imponer su verdad iluminada apelando ahora a fugaces visitas académicas como la de Mariana Mazzucato, quien con sinceridad admitió que a Chile se lo usa para experimentar ideas y teorías de la izquierda radical. En alguna medida en lugar de colocar monos en el Banco de Inglaterra, prefieren hacerlo en este lejano país de Sudamérica. ¿Será suficiente la confianza en nuestra democracia, sus sistemas y contrapesos parta resistir el experimento?
Por ahora, resuena el antipoema de Nicanor Parra, “Creemos ser país/y la verdad es que somos apenas paisaje”.
Por Gabriel Zaliasnik, Profesor de Derecho Penal Facultad de Derecho U. de Chile