Columna de Gabriel Zaliasnik: Parábola de la bestia

Gabriel Boric encara a militares  desplegados en Plaza Italia


Esta semana se cumplen tres años de lo que acertadamente la filósofa chilena Lucy Oporto ha denominado “asonada social” en lugar de la recurrente expresión “estallido social”. Como ella misma explica, asonada es una “reunión tumultuaria y violenta para conseguir un fin, por lo común político”. Hay en ello una actuación racional y no mera espontaneidad, al punto que la violencia política en sus distintas formas, fue alimentada con entusiasmo por quienes hoy encabezan el gobierno.

Por ello resulta demoledor para nuestro Estado de derecho y la confianza pública, el que cada cierto tiempo se revele o recuerde un no tan lejano mensaje en redes sociales, una declaración, una votación en la Cámara de Diputados, o una imagen de las actuales autoridades de gobierno contradiciendo sus dichos o actuaciones respecto de la violencia y delincuencia. Como quiera que se pretenda relativizar el alcance de actos y palabras atrapadas en el oscurantismo ideológico que profesan sectores de extrema izquierda en Chile, el daño es profundo y difícil de soslayar.

No es menor que un nuevo director del Metro de Santiago celebrara los actos de evasión masiva y ataques al transporte público emblemático de nuestra capital hace tres años. Tampoco que el ministro de Economía, la ministra de la Mujer, la ministra vocera de gobierno, la diputada Karol Cariola o el propio Presidente, entre otros, durante años no solo normalizaran la violencia contra Carabineros de Chile y los supuestos actos de desobediencia civil que apuntaban sistemáticamente a destruir nuestra institucionalidad, sino que insultaran a estos en términos que hoy día no se pueden ignorar.

Ahora es esa misma violencia la que deben enfrentar y controlar en una paradoja de sus aún jóvenes vidas políticas, pues de lo contrario corren el riesgo de quedar atrapados en sus fauces. La descomposición social que impulsaron desde una falsa superioridad moral, hoy les pasa la cuenta, pero el precio lo pagan todos los chilenos.

La Premio Nobel de Literatura Louise Glück en su poema “Parábola de la bestia” ilustra gráficamente esta situación: “El gato circula por la cocina/con el pájaro muerto, /su nueva posesión./Alguien debería debatir sobre ética con el gato,/mientras investiga el asunto ese del pájaro cojo:/en esta casa no experimentamos la voluntad así./Dile eso al animal,/sus dientes ya hincados/en la carne de otro animal”.

Por lo mismo, cuando en el futuro se haga un trabajo de tanatología política de esta asonada y sus hechos posteriores, la conclusión será inevitable. Bajo el vacío velo retórico de un absurdo fenómeno neolingüístico, se escondió una adoración fanática a anticuadas ideologías que buscaban acabar con nuestra democracia y Estado de derecho, perforando instituciones como Carabineros de Chile, que a lo largo de la historia han contribuido a construir una sociedad en paz.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile

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