Columna de Gabriel Zaliasnik: Revolución en la granja

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El clásico cuento “Rebelión en la granja” del autor George Orwell presenta una fábula alegórica sobre la corrupción política y el abuso de poder que viene al caso recordar a la luz de la crisis de que arrasa con el actual gobierno.

El impacto de los hechos revelados inicialmente en Antofagasta ha dado paso a la constatación de un extendido mecanismo de financiamiento político usando fondos fiscales, bajo el velo de supuestas fundaciones y corporaciones sin fines de lucro. El diseño e implementación de este modus operandi parece radicar en el partido Revolución Democrática (RD), siguiendo el formato de su par de extrema izquierda española “Podemos”. Resta aún por saber si también han replicado en Chile el uso de fondos del régimen islámico de Irán como ocurrió en España.

Ante ello, la historia animal de Orwell nos brinda una perspectiva valiosa pues concurren los cuatro vectores que caracterizan la actual crisis: corrupción del liderazgo, abuso de confianza, manipulación de la información y deterioro de ideales.

En cuanto a lo primero, es irrefutable la corrupción del liderazgo, propia del acceso a mayor poder. El escándalo estalló en el seno de la elite de una nueva generación política que predicaba un puritanismo extremo, casi mesiánico. Por su parte, el abuso de confianza se advierte al usar inescrupulosamente la fachada de organizaciones civiles formalmente “sin fines de lucro”, en beneficio de militantes y amigos cercanos, accediendo a recursos públicos para construir una base de clientelismo político. La falta de escrúpulos no se limitó al vehículo jurídico empleado -fundaciones-, sino también al aprovechamiento de la situación de pobreza de los supuestos beneficiados con programas y actividades fantasmas. Como los “cerdos” de la granja orwelliana que se aprovechan de la ingenuidad y confianza de los demás animales para consolidar su poder, aquí la dirigencia política, particularmente de RD, prometió igualdad y justicia, pero terminó privilegiándose a sí misma. En cuanto a la manipulación de la información desde la inicial imputación a “dos hombres adultos” por parte de la diputada Catalina Pérez, pasando por las fallidas explicaciones del senador Latorre, y la funcional querella de RD para acceder y entorpecer la investigación penal confundiendo a la ciudadanía, el falaz libreto diseñado por la Secom no dejó lugar a dudas. Finalmente, los ideales originales -si alguna vez realmente existieron- se han desvanecido. La tentación del lucro que antaño denostaron, hoy día los atrapó, quedando expuestos ante la opinión pública.

La magnitud de la defraudación fiscal no tiene precedentes en la historia de Chile y por lo mismo si algunos ministros de Estado no asumen pronto su responsabilidad política, no nos deberá sorprender que ella alcance La Moneda. Sería el corolario de la “peruanización” de la política chilena que el oficialismo impulsó en el pasado con frívolas acusaciones constitucionales.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho Universidad de Chile