Columna de Gabriel Zaliasnik: Suficiente
Kurt Vonnegut, en un poema dedicado a su amigo novelista Joseph Heller, describe un diálogo con éste. En él, frente a su aseveración de que un billonario ganó en un día más que Heller con todos los derechos de uno de sus libros, éste le responde que aquel nunca podrá tener lo que él tenía, saber cuándo algo es suficiente.
En la vida, los negocios y por cierto también en la política, es importante saber cuándo es suficiente. El poder identificar el momento para poner término a un asunto, un debate o una negociación. Esto es precisamente lo que pasa en Chile con el dilema constitucional, a medida que se aproxima el plebiscito del 17 de diciembre.
En efecto, el sacrificio de la actual Constitución en el “Acuerdo por la paz y nueva Constitución” del 15 de noviembre de 2019, suponía contener el intento golpista iniciado un mes antes, con actos de vandalismo inéditos, como el incendio del Metro de Santiago y el saqueo de supermercados. Todo ello, con la complicidad de la extrema izquierda que se negó a condenar de inmediato la violencia, e incluso llamó a la renuncia del entonces Presidente. En el fondo, aquel acuerdo suponía no solo un “cese al fuego”, sino un camino institucional a partir del cual nuestra democracia podría superar la violencia octubrista.
Se inició así una larga travesía: plebiscito de entrada, carnavalesca Convención Constitucional y plebiscito de salida. El 4 de septiembre de 2022, una amplia mayoría rechazó la propuesta impuesta por un variopinto elenco de personajes hoy discretamente silenciados. Ello suponía mantener la actual Carta Fundamental. Sin embargo, en un acto de inusual honestidad política -para cumplir la palabra empeñada en campaña- se acordó modificar el acuerdo inicial y embarcarse en un segundo intento constitucional. Esta vez en un proceso más acotado, con bordes, un comité de expertos y un Consejo electo, todo fue más discreto y ajeno a la farándula previa. La nueva propuesta es la que ahora se someterá a consulta. Si se vota “En contra”, seguirá vigente la actual Constitución, pero muchos de quienes anticipan ese voto ya amenazan con una nueva asamblea constituyente. En el fondo pretenden desconocer la derrota del 4S y emprender con nuevos bríos la tarea de erosionar nuestra democracia. Por el contrario, si se vota “A favor”, no solo se le infligirá una nueva derrota democrática al octubrismo golpista, sino que razonablemente se dirá ¡basta! ¡suficiente! a la voraz empresa constituyente.
Hoy Chile tiene otras prioridades. El crimen organizado, como quedó en evidencia con el secuestro de un empresario en Rancagua, y por el cual se pagó un rescate que el gobierno increíblemente celebró; o, la persecución de la sistemática defraudación fiscal que, con entusiasmo, codiciosos integrantes de fundaciones cercanas a partidos gobernantes han llevado adelante con impunidad. Cuatro años distraídos en debate constitucional han sido suficiente.
Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, Universidad de Chile
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