Columna de Gabriela Clivio: Enel, el apagón y la valoración del negocio
De acuerdo con la memoria de la compañía, Enel es la empresa de distribución de energía eléctrica más grande de Chile. Cuenta con más de 2 millones de clientes ubicados en un área de concesión de 2.105 km2, que incluye a 33 comunas de la Región Metropolitana y las zonas abarcadas por Enel Colina S.A. Lo anterior implica que el 28,4% de los habitantes de la Región Metropolitana, así como industrias y comercios se encuentran expuestos a los riesgos en los cortes de suministros de parte de Enel.
Si bien la compañía describe en su memoria a Santiago como una “ciudad del futuro”, lo que hemos vivido desde el jueves 1 de agosto dista mucho de serlo, con comunas completas que ya llevan más de cinco días sin luz. A eso se suma que la empresa comenzó una estrategia de venta de artefactos eléctricos -posiblemente para diversificar el negocio producto del congelamiento de tarifas hace cuatro años-, convenciendo a todos sobre sus bondades. Eso ha llevado a que hoy, en pleno invierno, miles de familias no puedan calentar sus casas, ni cocinar y para qué hablar de contar con agua caliente. Para agregar a la lista hay colegios cerrados, cortes de calles y daños varios, todo como consecuencia de un temporal que, si bien es cierto, se caracterizó por vientos muy violentos, podría haber tenido un efecto bastante menos devastador si los cables del tendido eléctrico estuvieran bajo tierra o, sin ir más lejos, si los árboles y postes que se cayeron sobre los cables hubiesen sido mantenidos. Para qué hablar de la desidia de la propia compañía, cuyo gerente general reveló en una entrevista reciente que para enterarse de que un hogar se encuentra sin suministro, es necesario que haya un reclamo por parte del particular.
Si nos vamos ahora a la responsabilidad de la empresa, no podemos dejar de ver que, a pesar de prestar un servicio exclusivo en la zona de concesión, cada vez reparte un mayor porcentaje de su utilidad como dividendo, es decir, cada vez reinvierte menos.
Es cierto, la operación en Chile no representa un monto relevante para Enel SpA, empresa italiana controladora del 65% de su propiedad. Tampoco el 30% de dividendo adicional hubiera permitido una importante extensión de cables subterráneos, dado el costo aproximado de US$ 3,5 millones por kilómetro del mismo. Sin embargo, estoy convencida de que, para el caso de las empresas, que tienen un porcentaje tan importante de la población como clientes y no cuentan con planes de contingencia apropiados, se debe considerar este elemento en la tasa de descuento como una prima adicional en la misma al momento de valorar el negocio. Es decir, la tasa de descuento de estas empresas debe ser mayor para reflejar este riesgo. Lo anterior llevaría a un reajuste a la baja en los precios objetivos dado que este factor no es considerado en la actualidad.
Por Gabriela Clivio, economista y académica