Columna de Gabriela Clivio: ¡Sacar a mil!
Esta semana, el Banco Central dio a conocer las cuentas nacionales correspondientes al cuarto trimestre de 2023, que mostraron que Chile creció apenas 0,2% en el año. La demanda interna retrocedió 4,2%, como consecuencia de la contracción en el consumo de los hogares (-5,2% empujado por el menor gasto en bienes no durables y durables) y la inversión se contrajo en 5,3%. En términos desestacionalizados, el PIB anotó una aceleración durante el último trimestre, en gran parte como consecuencia de las actividades de servicios personales y transporte. La minería, tan importante el país, retrocedió en términos trimestrales.
Las cifras anteriores no son para andar feliz por la vida porque la realidad es que, si bien estos datos fueron celebrados por el gobierno, lograr esquivar una recesión por muy poquito no es algo para hacer una fiesta. El crecimiento de 0,2% en 2023 completa una década perdida en materia de crecimiento de Chile. A este pobre dato anual, tenemos que sumar la debilidad del crecimiento de mediano y largo plazo. Para este año, se espera una cifra algo mejor, con un crecimiento algo superior al 2%. Lo anterior, para seguir en sintonía con los comentarios recientes de algunos ministros del gobierno no es algo que permita “pagar mejores sueldos”.
Los hechos, que siempre valen más que las palabras, muestran un crecimiento económico promedio para el país de 1,9% en la última década. Tal como mencionó el presidente de la CPC, Ricardo Mewes: “si no hacemos nada, las expectativas para adelante no son auspiciosas”. Si bien es cierto que gran parte de la incertidumbre en materia constitucional se despejó, también es cierto que es necesario, de una vez por todas, diseñar políticas públicas que logren revertir el estancamiento y la pérdida de poder adquisitivo de las familias. La buena noticia, que no ha sido muy destacada, es que gran parte de los desequilibrios que había acumulado la economía en 2020 y 2021 han comenzado a revertirse (déficit de cuenta corriente e inflación por nombrar algunos). Mucho ya he comentado en publicaciones anteriores sobre cómo el eje de las reformas que se discuten ahora (la tributaria, los cambios al sistema de evaluación de impacto ambiental y pensiones) deben moverse hacia la búsqueda de un mayor crecimiento, porque finalmente es este el que permitirá crear más empleos y mejorar los sueldos de los chilenos, los que por cierto no subirán sólo por deseo. En este sentido, la deuda que tenemos en materia de educación y con el tema de las salas cunas es un buen punto de partida para comenzar por resolver o para ordenar las prioridades.
Todos estos temas que he enumerado son algunos de los que explican el precio del dólar de hoy en día en el mercado. En la actualidad, a pesar de la menor incertidumbre a nivel de cambios constitucionales, y con un menor riesgo país a nivel de CDS, con desequilibrios macroeconómicos que se han ido resolviendo, el dólar se ubica casi a “luca”. Más allá del tema de la brecha de tasas de política monetaria entre Chile y Estados Unidos que se ha ido reduciendo, nos hemos convertido en un país más de la región. Así de doloroso.
Por Gabriela Clivio, economista y académica