La historia se repite una y otra vez. Con la victoria de la opción “En contra”, el gobierno vuelve a poner sobre la mesa las reformas previsional y tributaria. En palabras simples, este resultado le dio al gobierno el respiro que necesitaba para continuar los dos años que restan de su mandato e insistir con sus propuestas en estos temas.
Extrañamente a nadie parece preocuparle alcanzar soluciones adecuadas, y las críticas del gobierno a la oposición se estructuran en la falta de acuerdos, como si estos aseguraran buenas soluciones. Por el contrario, lo que necesitamos son buenas soluciones y no solo buenos acuerdos entre políticos.
Para muestra basta un botón (como decía la “Nonna”): cuando la vocera de gobierno anunció que el Ejecutivo presentaría sus indicaciones a la reforma previsional no dejó de mencionar que esta lleva “meses entrampada ante la falta de acuerdo con la oposición”. A estas alturas estoy más que convencida de que no se necesitan más diálogos, se necesita escuchar a los expertos y utilizar la evidencia que existe para diseñar una buena solución e implementarla.
La evidencia de otros países nos dice de manera inequívoca que la forma de mejorar las pensiones consiste en subir las tasas de cotización. Sin aumentos, no se pueden mejorar las pensiones, más allá de la rentabilidad que hayan logrado los fondos administrados. Al comparar con Uruguay, por ejemplo, país que realizó hace poco una nueva reforma previsional, surgen un par de datos interesantes: En Uruguay existe un sistema mixto, y el aporte a las pensiones alcanza el 22,5% del sueldo frente a un promedio de 18,2% en la OCDE y un 10% en Chile. La tasa de reemplazo en Uruguay es de 64% del salario promedio, mientras que en Chile esta alcanza al 31% (sin considerar la PGU).
Las cifras anteriores demuestran que la tasa de cotización en Uruguay es más que el doble que la de Chile y que si la tasa de cotización en Chile fuera la de Uruguay, la tasa de reemplazo en nuestro país alcanzaría cerca del 70%. La solución es seguir el camino del sistema de capitalización, el cual es mucho más eficiente que el sistema de reparto.
Sin embargo, la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, presentó una nueva propuesta para la distribución del 6% de cotización adicional. El Ejecutivo apuesta por una distribución de 1%, 2%, 3%, donde un punto será destinado a fortalecer el empleo formal de mujeres, mediante la creación de Sala Cuna, dos puntos irán a una cuenta de capitalización individual y los otros tres puntos, a un mecanismo de solidaridad intergeneracional llamado “Seguro Social”. Es decir, se insiste, buscando ahora un acuerdo para implementar una mala idea y no una solución. La experiencia internacional muestra que los países han transitado en el camino contrario, introduciendo componentes de capitalización en los fallidos sistemas de reparto.
La ministra señaló que “las indicaciones recogen en buena medida elementos que se plantearon tanto en las mesas técnicas como en las políticas”. A mí me queda bastante claro que lo que necesitamos son buenas soluciones y no solo acuerdos.
Por Gabriela Clivio, economista y académica
